<!--:es-->“No vendrá a tomar su lugar”<!--:-->

“No vendrá a tomar su lugar”

La abogada le hablaba con urgencia. Yo traducía la entrevista. “Mire señor, este caso ya lleva meses sin resolverse. Si tuviera alguna defensa para presentar al jurado, le diría, ‘vamos a juicio’. Hasta el momento usted no me ha dado ni una prueba a su favor. Sencillamente, la casa estaba a su nombre. Alguien lo delató. Llegó la policía, hizo cateo y encontraron las drogas, dinero, armas. Cinco cajas grandes. Más de 140 libras de peso en cocaína, marihuana. metanfetamina, 120 mil dólares en efectivo, 7 pistolas de 9mm. Dos rifles automáticos. ¿Qué defensa tengo yo a su favor? Si usted se presenta a juicio con todo eso a su contra, lo más probable es que lo condenen. Usted era la única persona que estaba en casa, la casa está a su nombre. Hoy el fiscal le hace una oferta. Si va a juicio y pierde, son 20 años. Si se declara culpable hoy, tres años.” “Pero defiéndame, hay pruebas que las cosas no eran mías”. “Como, ¿cuáles?” “Busque a la señora Nelly de la Voz. Ella le dirá todo”. “¿Cómo qué”? “Que todo era de ella y no mío”. “Y, ¿dónde la encuentro?” “Está al otro lado de la frontera. Ahí vive con su marido y cinco hijos.” “Y, ¿usted cree que ella los va a dejar a toditos ellos por venir aquí, declararse culpable y tomar su lugar en la prisión por veinte años?”
Toda la raza humana estaba en la misma situación. Por su incredulidad, odio contra el prójimo, avaricia, opresión, condenada a muerte eterna. Hasta que apareció su abogado nacido en un establo en Belén. Y, ¡qué abogado resultó! Fue más allá de lo que jamás se pensaría de un abogado. Pues abogó nuestro caso tomando nuestro lugar. Él sí dejó a todo lo suyo, y sus amados para tomar nuestro lugar en la prisión de nuestra condenación. Dice la Escritura, “Que haya en ustedes el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, quien, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios el Padre” (Filipenses 2:5-11). Allí en la cruz, Él nos encontró a punto de ser condenados, pero tomó nuestro lugar. Para eso vino. Él sí lo dejó todo, para tomar nuestro lugar… Lo más difícil es creer… Pero después,
¡Qué libertad!
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haroldocc@hotmail.com. Historia modificada para proteger identidades.

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