Mujeres de la vida alegre

Ana Díaz Sesma

¿Cuándo fue la última vez que reíste a carcajadas? Probablemente hace tanto, que olvidaste la sensación de alivio y placer después de una buena risotada. Quizás, igual que muchas mujeres, estás llena de tantas responsabilidades, que de lo último que tienes tiempo es de reírte y sin darte cuenta, has pasado a enfilar el bando de las mujeres de la vida triste.

Para Aristóteles, la risa es un rasgo que distingue al hombre de los demás seres vivientes. Entonces, ¿por qué algunos dejamos de reír? La doctora Tere López Cano, de la Asociación Mexicana para Ayuda Mental en Crisis, nos dice que: “En ocasiones, creemos que la vida es tan seria, que tememos reírnos por miedo a parecer infantiles, inmaduros, irresponsables o ridículos”. Pero si supiéramos los beneficios físicos, emocionales y psicológicos de la risa, buscaríamos la menor oportunidad para estallar en carcajadas.

El psiquiatra William Fry, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Standford, afirma que una risotada ejercita los músculos, sobre todo los del abdomen, fortalece pulmones y corazón, lo que acelera el ritmo cardíaco y mejora la circulación. Según el experto, 5 minutos de carcajadas equivale a 45 minutos de ejercicio.

Además, “la risa facilita las relaciones humanas y favorece la comunicación. Es uno de los remedios más poderosos para enfrentar las situaciones difíciles, porque nos ayuda a eliminar bloqueos emocionales y mentales. Asimismo, dispara mecanismos del cerebro para respuestas más creativas y flexibles”, agrega la doctora López Cano.

La risa también fortifica nuestro sistema inmunológico. De acuerdo con la especialista: “Al reír nuestro cuerpo se relaja y segrega endorfinas que actúan como un analgésico y antidepresivo natural, lo que disminuye el estrés, la ansiedad, la depresión y el insomnio”.

La gente de risa fácil tiene una visión más positiva y comprende o acepta mejor los problemas por los que atraviesa. La risa nos ayuda a no tomarnos la vida tan en serio, pues como dice el cineasta Woody Allen: “¿Qué tal si todo fuese ilusión y nada existiera en realidad? Entonces, hubiera pagado demasiado por mi alfombrado”.

Pero, ¿cómo reírme si mi vida es tan complicada y tengo tantas obligaciones? Bueno, pues si podemos ver la vida como un drama, ¿por qué no la podemos ver mejor como una comedia? El primer paso sería reírnos de nosotras mismas. “Aquél que sabe mofarse de sí mismo, nunca dejará de estar divertido”, afirma la actriz Shirley MacLaine.

Para la doctora López Cano, reírnos de nosotros mismos es un signo de madurez emocional y autoestima, que aleja la autocompasión y nos devuelve la confianza y entusiasmo para aprender de nuestros errores y perseverar en nuestras metas.

Hay que salir tras la risa y no esperar a que ésta nos llegue por arte de magia. Comencemos por orientar nuestra atención a cosas que nos brindan optimismo, que nos hacen reír y alegran nuestro espíritu, como ver una película cómica, hablar con los amigos, recordar situaciones jocosas, contar chistes y provocar momentos divertidos, aun cuando hayamos tenido un día pesado y estemos agotadas. El que busca encuentra y si buscamos motivos para reírnos, los vamos a encontrar. La opción está en nuestras manos.

“La risa colma y calma”, concluye la doctora López Cano. Las tristezas y las preocupaciones a veces no las podemos evitar, pero sí aligerar. Es tan sólo cuestión de decidir la actitud con que afrontaremos cada situación. Lo mismo nos cuesta dejarnos invadir por el mal humor que por el buen humor; tú decides si quedarte en el bando de las “cara tristes” o pasarte al de las mujeres de la vida alegre, ¿por qué no optar por lo segundo que te dará días más plenos y satisfactorios?

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