Mexicanos recuerdan a Juárez en su tumba

Una mujer desconsolada sostiene en su regazo el cuerpo inerte de un hombre, apenas envuelto en una túnica blanca. Se trata del busto de la Madre Patria quien llora la muerte de Benito Juárez sobre su propia tumba en el Panteón de San Fernando, el cementerio más antiguo de esta capital.

La réplica del Partenón

Ubicado en pleno Centro Histórico de la ciudad, por estas fechas en este punto se congregan cientos de personas provenientes de todo el país, para recordar un aniversario más del nacimiento -celebrado el 21 de marzo- de uno de los hombres más célebres de México.

Dieciséis columnas de mármol levantan un pesado techo de piedra que simula el templo griego del Partenón, develado en 1880 por el entonces dictador Porfirio Díaz, tras ocho años de intenso trabajo de los mejores escultores.

Considerada una de las piezas escultóricas más importantes del arte mexicano, la obra fue esculpida en mármol blanco de Carrara por los hermanos Juan y Manuel Islas, dos de las artistas más afamados de la época.

A decir de los expertos, esta piedra es uno de los materiales más difíciles de trabajar, pues además de su dureza, requiere que el escultor tenga un talento especial, ya que si se le pega con el cincel más fuerte de lo normal se resquebraja y hay que volver a iniciar el trabajo.

A su muerte, el entonces presidente Benito Juárez fue trasladado a San Fernando, que operaba como Panteón de Hombres Ilustres de esta ciudad, además aquí se encontraban enterrados algunos de sus antiguos colaboradores liberales y reformistas.

De origen indígena, inicialmente fue enterrado en uno de los nichos del panteón, mientras las autoridades terminaban de construir el mausoleo. “El Congreso publicó un decreto que ordenaba construir la sepultura y un monumento para rendirle honores al fallecido gobernante”, recordó el historiador Héctor Enrique Ceja.

“Solamente faltaba él para que se completara el grupo de políticos que había protagonizado la última mitad del siglo XVIII”, comentó a Ceja a Univision.com.

Además de Juárez, la bóveda del mausoleo aloja los cuerpos de su esposa, Margarita, fallecida un año antes, en 1871, y cinco de sus 12 hijos.

La prensa de esos días anunció la muerte del hombre, a causa de una angina de pecho.

De acuerdo con el Diario Oficial, Juárez había empezado a sentirse mal desde la mañana del 17 de junio de 1872, un día antes de su deceso; sin embargo, había seguido al frente de los asuntos de la presidencia, según apunta un trabajo de investigación de hemerográfica de la académica Elvia Montes de Oca.

Entre poemas y discursos fúnebres

Un camino de piedra conduce atropelladamente entre las tumbas de San Fernando hasta el imponente entierro de Juárez, el último que se realizó en este cementerio, destinado desde 1883 a la conservación de los restos de importantes militares, políticos, religiosos y artistas mexicanos de los siglos XVIII y XIX.

Los funerales de Juárez duraron cinco días, debido a la cantidad de gente que acudía conmocionada a despedirse del presidente. Su cuerpo estuvo expuesto en Palacio Nacional a la vista de los mexicanos, donde recibió homenajes y condecoraciones de sus discípulos, en una fastuosa ceremonia.

El día que inalmente se decidió trasladarlo al cementerio, su cadáver salió del recinto presidencial, escoltado por una comitiva. Su ataúd fue transportado por una carroza fúnebre tirada por seis caballos vestidos de luto, en un trayecto que duró más de dos horas, a pesar de la corta distancia que separa los inmuebles.

Los homenajes continuaron a las puertas del panteón, donde fue construido un túmulo especial para exhibir el féretro. Importantes personajes de la época le dedicaron poemas y discursos fúnebres, entre ellos el escritor y periodista Guillermo Prieto, uno de sus principales colaboradores.

Antes de él, sólo había muerto un presidente en pleno ejercicio de sus funciones, Miguel Barragán, en 1836. “Su muerte fue una tragedia para el país, de ahí la gran cantidad de homenajes, pues fue considerado el hombre que logró conservar la independencia de México”, comentó el experto.

También en el extranjero el anuncio de su muerte provocó conmoción.

“Fue considerado uno de los presidentes mexicanos más importantes hasta ese momento, aunque también había muchos de su partidarios que estaban enemistados con él porque se había aferrado a la presidencia –que ocupó ocho veces-”, recordó Ceja, fundador del Museo Panteón de San Fernando.

Sin embargo con su muerte, tanto seguidores como detractores se unieron para organizarle este homenaje, en agradecimiento a los servicios que le prestó a su país.

El mausoleo de Benito Juárez llegó a transformar por completo la dinámica del Panteón de San Fernando. “Tanto así, que esa presencia ha asegurado la supervivencia del lugar, que ha sido propuesto para ser derrumbado y construir ahí otros edificios”, indicó Ceja.

En 2006, el cementerio reabrió sus puertas como museo de sitio para celebrar el bicentenario de su nacimiento.

Desde entonces estudiantes, académicos y seguidores del pensamiento juarista, incluso sus propios familiares, llegan a este lugar, en busca de la tumba del “Benemérito de las Américas”, nombrado así por su trabajo a favor del continente, aún en circunstancias adversas para su país.

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