Mercado y Estado

Mercado y Estado

Los estatistas para tratar de justificar el agrandamiento del Estado a menudo recurren al argumento de que el mercado no es perfecto, que existen externalidades, falta de información y asimetrías que justifican la intervención estatal. Este argumento no considera que también existen externalidades, asimetrías e imperfecciones inherentes a la intervención estatal.

Los estatistas presumen que un burócrata o un grupo de burócratas pueden con facilidad:

A) encontrar las imperfecciones del mercado,

B) determinar la magnitud de dichas imperfecciones y

C) corregirlas de manera eficaz y eficiente.

Sin embargo ni A, ni B, son fáciles de lograr pero incluso cuando se puede determinar la existencia de una imperfección y su magnitud, la intervención estatal a menudo puede ser más costosa y distorsionante que la misma distorsión del mercado que se trata de remediar. Como indicaron James Buchanan y Gordon Tullock en su seminal libro El Cálculo del Consenso, la acción del Estado, también provoca externalidades y que por lo tanto “la existencia de efectos externos del comportamiento privado no es una condición necesaria ni suficiente para que una actividad sea puesta a cargo de la acción colectiva”. Por lo tanto la intervención estatal se justifica solo si las externalidades causadas por la intervención estatal son menores a las externalidades causadas por el mercado.
Entre los detractores del mercado también está implícita la idea de que el mercado promueve las actitudes egoístas de los individuos mientras que el Estado promueve el bien común y es omnisciente, ecuánime, eficiente y eficaz en la persecución de sus benevolentes objetivos. Olvidan que el Estado está compuesto por personas al igual que el mercado, que también persiguen sus propios intereses, al igual que en el mercado, personas con prejuicios y falta de información, al igual que en el mercado y que por lo tanto es incorrecto asumir que el Estado siempre puede solucionar eficientemente las fallas del mercado.
De hecho el Estado es un gran creador de imperfecciones, asimetrías y externalidades. El poder del Estado puede ser capturado por grupos corporativistas para servir sus propios intereses, puede imponer barreras arancelarias o dificultar la competencia para proteger industrias ineficientes, creando sectores monopólicos manejados por allegados al poder, dilapidar recursos escasos y valiosos subsidiando empresas deficitarias. Y mientras más grande y más poderoso es el Estado, mayores son las distorsiones que crea, mayores los incentivos que genera entre los grupos corporativistas como ser los gremios empresariales y sindicales para capturar sus rentas o producir legislación que les otorgue privilegios. Y mientras las imperfecciones del mercado son a menudo pequeñas y localizadas, las imperfecciones del Estado por lo general son grandes y afectan a toda la población.
Queda claro que las imperfecciones del mercado no son causa suficiente para justificar la intervención estatal.

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