Lluvia de fatalidades…

Cómo reaccionar cuando todo te sale mal.Todas la adversidades nos ponen a prueba, pero llegan a nosotros con distintos ropajes: impedimentos, imprevistos, dificultades… También nos permiten crecer si sabemos como aprovecharlas.

“Lloviendo piedras”no es sólo el título de una interesante película dirigida por el cineasta Ken Loach sobre las vicisitudes de la gente que se ha quedado sin trabajo, sino también una acertada metáfora británica que alude la llegada de desgracias o dificultades, que nos golpean despiadadamente una tras otra.

En esos momentos, a todos nos gustaría disponer de alguna protección contra esa contundente lluvia de dificultades que conmueve de arriba abajo. Los expertos proponen una serie de “paraguas” para mantenernos a salvo: ideas iluminadoras y recursos psicológicos para superar los reveses vitales:

• Los obstáculos nos ayudan a avanzar.

Según la sabiduría china, existe un “impedimento inicial” que forma parte de la existencia y por el cual debe pasar todo proceso o proyecto, el cual una vez superado, provoca un reajuste. Los obstáculos sirven para unificar la energía, para estructurar, reconsiderar y revisar aspectos del camino, proyecto u objetivo, que fortalecen la marcha, hacen tomar conciencia del camino. Le convocan a reflexionar sobre el sendero, al superarlo se prepara mejor para el siguiente paso, y encuentra muchas más cosas útiles, que las que disponía antes.

• Las resistencias sugieren cambios de rumbo.

¿Qué ocurre cuando las cosas parecen empujarle en otro sentido, desviarse de su camino, impedir su avance? No progresa con facilidad, le cuesta avanzar, el camino se vuelve duro. Cada resistencia le prepara y refuerza, le documenta, le hacer aprender, modificar pautas y corregir lo que hacía mal. Cuando emprende un camino, no es casual y lo hace en base a una profunda reflexión. Si ha llegado al punto en que aparecen resistencias, es que debe trabajarlo mejor y modificar las pautas. Un vendedor que halla resistencia para que le reciban debe descubrir qué ajustes y modificaciones debe hacer para conseguir el éxito.

Si no avanza por ese camino, debe indagar cuél es el correcto: cambiar la forma de contar las cosas.

• Las enfermedades o lesiones pueden ser “saludables”.

Los problemas de salud suponen un refuerzo de la salud, un cambio de los hábitos perjudiciales que se traían. Obligan a tomar un descanso, a detenerse, hacer ejercicio físico, mejorar la alimentación, dejar las sustancias que intoxican o un estilo de vida que era perjudicial. Puede descubrir que si deja de trabajar un tiempo, tampoco pasa nada.

• Las pérdidas nos permiten ganar a largo plazo.

“Ya no me quiere, me engaña, me abandonó”. Estas situaciones son una gran oportunidad de entrenar sus emociones, aprender a amar, disfrutar de las pasiones y afectos de un modo más independiente, recuperar y asumir en usted mismo el poder que había dado a otros, cultivar una sana individualidad, fortalecer su red afectiva. Una ocasión de vivir en la diversidad de personas, sin jugarlo todo a una sola carta.

• Después de los golpes llega el renacimiento.

Ante un mazazo inesperado, deténgase y reflexione: no se trata de un golpe, sino de una ocasión de reciclarse, de pararse, reflexionar, hacer un retiro, revisar su actitud. Pregúntese ¿Qué he aprendido de este golpe? ¿En qué ha cambiado mi marcha, ritmo de vida, trayectoria? ¿Qué cambios ha operado y cómo me van a servir? Los imprevistos cargados de dolor, brindan la oportunidad de revisar y replantearse la vida. Forman parte del juego, así como hay luz hay sombra, frío y calor, inspiración y espiración. El río de la vida fluye entre las orillas de la ventura y la adversidad, y pretender situarse en un solo lado es una utopía. Estamos continuamente en ese juego de la dualidad entre dos polos, uno de los cuales es la adversidad, y el otro la ventura.

• El duelo se alivia con el desapego.

En lugar de pensar en usted y en el agujero que le ha dejado la desaparición de ese ser querido, piense en la persona que ha fallecido, despidiéndose de ella de corazón y deseándole que esté más en paz de lo que estaba cuando vivía, o pensando que está mejor al acabarse su sufrimiento. Cultive el desapego y tenga presente que todo está cambiando continuamente en la vida, y que sólo tiene el momento presente: aquí y ahora.

• Los quebrantos económicos son oportunidades.

En ningún aspecto de la vida, ni en el laboral o económico, existe la seguridad absoluta. Ha de resolver sus asuntos de dinero día a día, ocupándose de ello, en vez de preocuparse. ¿Ha perdido el trabajo o sufrido una perdida económica? La vida le obliga a una revisión, a un cambio que a veces no es tan malo, y le da la posibilidad de prepararse, reciclarse, formarse, invertir en usted, o reorientarse hacia otro sector profesional. Si persevera puede descubrir otras realidades, que superen con creces lo que tenía. Es una oportunidad de renovación.

• Las desilusiones son parte del juego.

Tiene una expectativa de lograr algo y no lo consigue: entrar a la Universidad, conquistar a alguien… Aprenda a perder, forma parte del juego: en toda competencia deportiva, a veces se gana y otras no, los políticos alternan los éxitos con los patinazos. En una carrera participan 20 y gana uno: ¿los otros 19 son incapaces? No: lo asumen y siguen entrenando, reconocen otros beneficios secundarios, objetivos indirectos del esfuerzo que han hecho para llegar a donde han llegado.

• Las frustraciones son hijas de las expectativas.

Al igual que los boxeadores encajan los golpes y siguen adelante, debe estar preparado para encajar frustraciones. Debe marcarse objetivos y posibilidades, pero no crearse expectativas, que lo único que hacen es inquietarle y frustrarle si no las cumple. Una cosa es tener entusiasmo y optimismo, y otras ilusiones: una burbuja siempre amenazada por un pinchazo.

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