La salud del niño comienza con una dieta sana

En lo tocante a la obesidad infantil, las cifras no mienten. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (Centers for Disease Control and Prevention, CDC), el 16 por ciento de los jóvenes (de 6 a 19 años) están pasados de peso o son obesos. Esto se traduce en 9 millones de niños en toda la nación con peso excesivo u obesidad. Además, los reportes de los CDC indican que otro 15 por ciento de los niños corren el riesgo de estar pasados de peso, lo cual equivale aproximadamente a que el 30 por ciento de los niños estadounidenses están pasados de peso, son obesos, o corren serios riesgos de sobrepasar su peso normal.

Esas cifras, si bien son sorprendentes en sí mismas, lo son más cuando consideramos el efecto que la juventud pasada de peso u obesa está ejerciendo en el sistema de cuidados de salud de la nación. Si bien los costos hospitalarios en los niños solían asociarse con fracturas, o como resultado de la actividad física, una gran porción de los costos actuales relacionados con la juventud son resultado de la obesidad. En un reporte del 2005, el Instituto de Medicina, organización sin fines de lucro creada para proporcionar asesoría imparcial y científica en temas de ciencias, medicina y salud, destacó que los costos hospitalarios asociados con la obesidad juvenil entre 1979 y1981 ascendieron a $35 millones. Veinte años más tarde, añadió el mismo reporte, los costos han ascendido hasta superar el triple, hasta $127 millones.

Tal vez lo más dañino es la propensión de gran parte de estos niños a estar pasados de peso o padecer de obesidad cuando crezcan. El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (United States Department of Health and Human Services) reportó que los adolescentes pasados de peso tienen el 70 por ciento de posibilidad de estar pasados de peso o ser obesos en su adultez. Y para los padres de niños pasados de peso u obeso, esto es motivo de preocupación. Además de las consecuencias físicas del sobrepeso o la obesidad, con frecuencia los niños y adultos obesos pagan también un alto precio social. Pero, para los padres preocupados, la buena noticia es que gran parte de los factores de riesgo siguientes están enteramente bajo control de los padres, e incluso de los niños:

Dieta: Todo lo que come el niño ejerce un impacto sustancial en sus posibilidades de sobrepeso u obesidad. Independientemente de lo active que pueda ser, una dieta insuficiente puede ser muy dañina. Las comidas y bebidas con alto contenido de azúcar y calorías, como los refrescos y los caramelos, conducen a aumentos de peso. El consumo regular de comidas rápidas, panes y dulces, altos en calorías también va en detrimento de la salud del niño. Las meriendas, con excepción de las saludables y moderadamente proporcionadas como frutas, también son abundantes en calorías.

Estilo de vida sedentario: Con los progresos de la tecnología, han aumentado los índices de obesidad infantil. Si bien puede o no haber una relación directa entre ambos factores, el estilo de vida cada vez más sedentario que provocan los avances tecnológicos sí guardan una relación obvia. El tiempo que los niños dedican a los videojuegos o a ver más y más televisión, debía emplearse para jugar o ejercitar al aire libre. Por lo general, los padres deben estimular la realización de actividades de ocio que consistan en ejercicios, ya sea estructurados o no. Los padres que trabajan deben considerar la matrícula de los niños en programas extraescolares donde no haya videojuegos ni televisión. Además, se debe exhortar a los niños mayores a que participen en actividades extracurriculares que fomenten la ejercitación.

Factor genético: El factor de riesgo genético con respecto a la obesidad es, claramente, el más difícil de controlar. Los niños procedentes de una familia con integrantes pasados de peso pueden estar predispuestos genéticamente al aumento de peso. En esas familias, es necesario enfatizar en la dieta y la ejercitación con mayor intensidad que la normal. Además, los padres, si padecen de sobrepeso u obesidad, deben explorar posibilidades de perder peso, para darles un mejor ejemplo a sus hijos.

Factor psicológico: Muy pocas personas ignoran el significado del término “comida reconfortante” (comfort food). El desahogo de los problemas emocionales, estrés o incluso de un día arduo en la oficina mediante la comida no es saludable. Si los niños no la pasaron bien en la escuela ese día, podría ser tentador reconfortarlos llevándolos a la pizzería o la heladería. Pero esto podría sentar un dañino precedente psicológico, transformando la comida en apoyo emocional en tiempos difíciles, un hábito que puede ser especialmente dañino durante el accidentado período de la adolescencia. En lugar de usar la comida como medio de alivio emocional, lleve a los niños a caminar o al gimnasio. Todos sabemos que los ejercicios alivian el estrés, y si los niños los asocian con la disipación del estrés a su edad, serían más propensos a integrarlos a sus vidas cotidianas.

Aunque la tecnología sigue facilitando que los niños padezcan de sobrepeso u obesidad, es necesario que los padres estén conscientes de los resultados a largo plazo de esos males, y que hagan todo lo que esté a su alcance para que sus hijos no transiten por el difícil camino que les espera si no cambian ciertas opciones en sus estilos de vida.

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