La Pasión por las Letras

La Pasión por las Letras

Tips para escritores exitosos

El “arte” de escribir tiene poderes alucinógenos, el ejercicio de escribir es una droga del intelecto, escribir es un goce del espíritu que no solo requiere de una rica imaginación, sino de la necesidad de comunicarse con los otros… la adicción de contarles a los demás nuestras historias, nuestros pensamientos, nuestra intimidad a través de personajes imaginarios o reales.
El autor se diferencia del lector porque “supuestamente” construye laberintos desconocidos, entonces “suponemos” que el escritor crea escenarios y desarrollar personajes, para que muchos lectores se “alucinen” recorriendo los caminos creados. Algunos sostienen que la experiencia de leer es recorrer historias creadas por otros y la experiencia de escribir, es crear vida, es dar a luz mundos, galaxias y universos desconocidos. Personalmente creo que es una verdad a medias, en realidad el escritor y el lector van de la mano, ninguno camina delante del otro, ya que ambos son los “padres” de la “criatura”…
Suponemos que el trabajo del autor y lector es contrapuesto, el autor construye una historia y el lector la reconstruye, el autor goza creando el misterio y el lector descubriéndolo, pero ocurre muchas veces que hay lectores mucho más “alucinados” que el autor, porque en la lectura de una obra descubren otras dimensiones que el autor no deslumbró y ese lector imaginativo que lee más allá de las líneas impresas, es un lector apasionado que descubre el mundo en los libros y lo reinventa con su lectura. En este punto el lector es un creador, que desarrolla nuevas historias sobre los relatos escritos, el texto es recreado a partir de la lectura del lector imaginativo, esto es, el texto no es solo la voz del autor sino que también puede enriquecerse con la del lector, en realidad el lector “cómplice”, el lector inteligente, es la aspiración más secreta del escritor, porque enriquece el texto a través de una lectura imaginativa.
En realidad la escritura y la lectura son dos caras de la misma moneda, no puede existir la una sin la otra, se complementan, son un inseparable binomio intelectual, porque quien escribe lo hace en un espacio-tiempo determinado y quien lee, realmente escribe mentalmente en otro espacio-tiempo, este complejo intelectual resulta enriquecedor pues nos posibilita, en nuestra vida confinada a un determinado tiempo y espacio, a conocer otras vidas, otras historias, otros modos de ser y de percibir el mundo, eso nos provee no solo información, sino un vasto sentido de la vida.
Jorge Luis Borges, irónico por excelencia, decía que el realmente entendía lo que había escrito cuando leía los comentarios y críticas de sus libros, pero también el literato argentino, sostenía que un escritor no elige lo que escribe, sino que cada autor es elegido para escribir determinado texto, porque es el relato que cada uno escribe “quien lo elige como su conducto”, como parte de su destino.
Tal vez es así, y no existe la libre elección literaria, no elegimos qué escribir o leer, porque como en el amor, es la flecha de destino que nos incluye en el juego de seducción entre la palabra y el intelecto, donde el placer de escribir y leer es tan intenso, que el autor y el lector se entrelazan en una relación amorosa, al punto que si esto no ocurre, el lector abandona el texto en la quinta página. En consecuencia el trabajo del lector no es pasivo, el lector no puede ser engañado porque es parte del libro aportando su propia historia.
El autor, el texto y el lector son una asociación con empatías, formando una trilogía de amantes, que deben encontrar el vínculo que existe en cada libro, ese místico punto que hace que la unión continúe hasta la última página del libro.
Por otra parte esta relación amorosa entre escritura y lectura nos ayuda a ser libres, pues nos lleva a lo hondo y esencial de la existencia, no hay duda que la cultura nos hace libres y esta labor
intelectual nos enseña a discernir lo necesario de lo eventual, lo sustantivo de lo adjetivo, lo trascendente de lo trivial, conducenos a aquello que no puede quedar fuera de nuestras vidas, ampliando nuestros horizontes y perspectivas, para informarnos y formarnos, la literatura nos permite encontrar nuestra propia individualidad y fortalecerla para enfrentar todo cuanto intente disminuirla, un buen texto forja mente educadas, cultas y libres.
La literatura es el conjunto de los sentimientos, deseos, pensamientos y gustos, transformados en letras, párrafos y páginas, por esa razón el autor debe tomar su trabajo de escritor con mucha seriedad, debe exigirse al máximo para entregar una obra de calidad, debe pensar mucho en el gran público de lectores, debe tener bien claro que sin lector no hay libro ni escritor, porque es el lector el protagonista real de su historia.
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