La nueva Sheriff de OC

Normalmente en una contienda ecuestre, como en el Kentucky Derby, la gente se inclina a apostar por aquellos caballos consagrados, a quienes las estadísticas y el medio especialista los consignan como ganador.

Sin embargo, hay momentos en que las consignaciones, las predicciones y las estadísticas no funcionan.

Recientemente muchos apostadores perdieron mucho dinero al poner el ojo sobre Big Brown, cuadrúpedo prodigio que muchos especialistas dijeron que se iba a ganar el Belmont Stakes de New York y así romper con una mala racha de unos treinta años sin una corona de Tiple Crown o de un vencedor de las tres contiendas ecuestres más importantes de Estados Unidos. El pobre Big Brown llegó en el último puesto.

Algo similar sucedió recientemente en la política del Condado de Orange. Los supervisores tenían la ardua tarea de nombrar a un nuevo Sheriff.

Inicialmente hubo una lista de cuarenta personas. Algunos candidatos como Eric Mansoor, hermano del alcalde de Costa Mesa, apenas tenía experiencia para ser nombrado dirigente de un comando de Boy Scouts y otros como el actual Sheriff interino, Jack Anderson, tenía más experiencia para emprender una vida de compadrazgo –fue uno de los amigos del ex Sheriff Mike Carona— que ser oficial de una institución pública.

Luego la lista se redujo a nueve personas. Entre los punteros, y al que todos le apostaban, estaba precisamente el nombre de Anderson. A la ex alguacil de Los Ángeles, Sandra Hutchens, muy pocos le daban un porcentaje de probabilidad para que sea la elegida.

Incluso, el conocido columnista del OC Weekly, Gustavo Arellano, pensó que el nombre de una mujer entre los nueve finalistas era simplemente para darle un condimento político y que de ninguna manera podría ser elegida.

En consecuencia, los expertos y analistas políticos le daban a Paul Walter, quién junto con Hutchens fueron los dos finalistas, como vencedor final de la contienda por el nombramiento del nuevo Sheriff.

La mayoría se equivocó. Los supervisores, como nunca en la historia de este condado, trataron que dicho nombramiento sea ecuánime y objetivo. Tenían que reemplazar a un Sheriff, Mike Carona, quién hoy se encuentra un proceso jurídico por cargos de corrupción, malversación de fondos públicos, abuso de autoridad y otros cargos.

Al final los supervisores se inclinaron por Hutchens a pesar de que en un principio muchos daban por contado el nombramiento del Sheriff interino Jack Anderson. Empero su vinculación con Carona puso en tela de juicio su liderazgo en una entidad poderosa que tiene un presupuesto de 700 millones de dólares y otras obligaciones y responsabilidades de mucho cuidado.

Yo creo que el nombramiento de Hutchens es una de las decisiones más razonables que acordaron los supervisores del Condado de Orange. No fue una tarea fácil, especialmente si se toma en cuenta que todos los ex Sheriff pertenecían al Partido Republicano y que el nuevo también tendría esas tendencias.

En dos años, cuando la nueva Sheriff y otros candidatos vuelvan a la tarima electoral, los supervisores podrán redituar su decisión.

Mientras tanto este nombramiento es una victoria para la democracia y sobretodo es un paso gigante para las pretensiones minoritarias dentro de las esferas de poder.

El nombramiento de Hutchens fue algo sensacional en un condado dónde lo tradicional y el conservadurismo social son, a menudo, valores que trascienden allá en los círculos políticos.

Con el nombramiento de Hutchens se rompió con esos prototipos y se optó por una política progresista. Qué sea en buena hora.

Dr. Humberto Caspa es profesor adjunto en la Universidad de California, Irvine. Autor del libro: “Terror en el barrio latino: La llegada de la nueva derecha al gobierno municipal.” E-mail: hcletters@netzero.com

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