La Nueva Niña

La Nueva Niña

Pláticas entre Padres...

Esa mañana cuando dejé al niño en la escuela cuando la maestra estaba llegando. Cuando la veía llegar a la escuela llevaba una pila de libros apretados y balanceados entre sus brazos y su pecho. Pero esta mañana un niño le ayudaba con los libros pues la maestra tenía la otra mano ocupada. Allí, aferrada fuertemente, estaba la manita de una niña de unos 8 años, flaquita, morenita, de pelo largo, carita larga con mirada tímida, triste, y angustiada. Al pasar, escuché que la maestra le decía: “Aunque este será tu primer día de clases, y eres nueva en la escuela, te van a gustar los compañeros de clase. Son muy alegres, y verás que pronto serán amigos.” Para mis adentros pensé, “¡Cuán difícil es llegar a otra escuela a mitad de año! Todo es nuevo, y no sabes si vas a caer bien o no.” Para mis adentros, pensé lo peor: Los niños no la tratarían muy bien.
Por esos días, mi niño que pertenece a ese grado, había estado preparando junto con los otros alumnos, un informe respecto al ciclo del agua, y los fenómenos de la evaporación, la condensación, la congelación, y la lluvia. Pues al día siguiente el niño nos relató lo que había sucedido. La niña nueva había traído su informe sobre el agua. Completo. Con dibujos. Había presentado el mejor informe. Uno de los niños le había dicho a la maestra, “¡Maestra, la niña merece la nota más alta de 4! No. Merece más. ¡Merece la nota más alta de 5!” “Pero si no tenemos 5”, dijo la maestra. “No importa, hay que darle el 5.” “Si nosotros que comenzamos aquí apenas ganamos el 4, ella llegó ayer, y ya tiene 4. Por eso hay que darle el 5. Ella es de veras muy especial.” “Sí, sí” repitieron los niños en coro.
En cierta ocasión Jesús de Nazaret contó una historia de unos trabajadores contratados a la última hora del día. ¿A qué jefe se le ocurriría tal cosa? Pero así fue. Tan pronto llegaron los mandaron a hacer fila para recibir el pago. Para su gran sorpresa, les pagaron igual a los contratados al salir el sol. Pero éstos últimos se morían del rencor y la envidia. Pero el jefe respondió: “¿Es que no tengo derecho a hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O les da envidia de que yo sea generoso?” (Mateo 20:15). Para las cosas de Dios todos llegamos tarde y hacemos las cosas mal. En vez de pago, salimos debiendo. Pero para nuestra gran sorpresa, se nos da el pago más alto. La gracia de Dios es tan grande que Jesús mismo dice como el niño de nuestra historia, “¡Merece el pago más alto! Pero ¿por qué? ¡Si llegamos tarde, y no hicimos nada! Es sólo por su infinita gracia. No nos da lo que nosotros merecemos, sino lo que Él merece. ¿Por qué? Porque nos ama. No hay ninguna otra razón.

Comentarios:
platicaspadres@gmail.com

Share