La Mentira No Es Respetable

La mentira está de moda y se camufla muchas veces bajo palabras como “tolerancia” y “no discriminación”. Y junto con ella, está de moda una forma particular de ver el mundo que nos exige ser de “mente abierta”, que nos exige “respetar a todos” e, inclusive, que nos exige “respetarlo todo”.
Hoy, decirle a alguien que está equivocado puede ser una ofensa intolerable y socialmente reprimible. Y para esto hay atentas hordas de corrección política ansiosas de consumar linchamientos mediáticos. El dogma del momento es “todos tenemos la razón”, TODOS. Aunque defendamos enunciados diametralmente contrapuestos, o aunque alguien diga que es blanco lo que es negro.
Un feto es ahora un “producto” o un “conjunto de células”, un asesinato es una “interrupción del embarazo” o una “muerte digna”, una disforia es sólo una “percepción subjetiva” o una muestra de “diversidad”, y un sexo es un “género”. Y lo aceptamos porque los medios nos lo enseñan todos los días, porque lo dicen los respetables “organismos internacionales” o, incluso, porque lo defiende el gobierno y los líderes. ¿Acaso pueden equivocarse todos a la vez? ¿Acaso serían capaces de una manipulación global de tal magnitud?..
Sin embargo, la verdad sigue existiendo, y nuestra razón la presiente. Como alguien dijo “se puede engañar a algunos por algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. Lo bueno es bueno, aunque nadie lo defienda; y lo malo es malo, aunque todos lo defiendan. ¿O es que estamos obligados a respetar el engaño?
Cuando la mentira es usada en contra de la sociedad ésta tiene el deber y el derecho de rebelarse, de salir a las calles y de empuñar la bandera de la verdad. Esa verdad irrenunciable que exige defender el valor inherente y absoluto de la vida humana, que exige dejar en claro que el aborto no se trata sólo de la mujer, que el concebido es un ser humano con igual dignidad que los demás, que el aborto es un asesinato cruel, que no existe el derecho a matar inocentes, que los seres humanos nacemos hombres y mujeres, que la subjetividad no determina lo que soy, que los sentimientos no generan derechos, que la objetividad no es discriminación y que la discrepancia no es odio.
Tarde o temprano, la verdad renace y triunfa, se caen las vendas de los ojos, y entonces logramos entender que la mentira no es respetable.

 

Lying is in vogue and is often camouflaged under words like “tolerance” and “non-discrimination.” And along with it, a particular way of seeing the world is in vogue that requires us to be “open-minded”, that requires us to “respect everyone” and even that requires us to “respect everything.”
Today, telling someone they are wrong can be an intolerable and socially reprehensible offense. And for this there are vigilant hordes of political correctness eager to carry out media lynchings. The dogma of the moment is “we are all right,” EVERYONE. Even if we defend diametrically opposed statements, or even if someone says that what is black is white.
A fetus is now a “product” or a “set of cells,” a murder is a “termination of pregnancy” or a “dignified death,” a dysphoria is just a “subjective perception” or a sample of “diversity,” and a sex is a “gender.” And we accept it because the media teach us every day, because the respectable “international organizations” say it or even because the government and the leaders defend it. Can they all be wrong at the same time? Can they be capable of a global manipulation of such magnitude?
However, the truth still exists, and our reason senses it. As someone once said, “you can fool some for some time, but you cannot fool everyone all the time.” The good is good, although nobody defends it; and bad is bad, even if everyone defends it. Or is it that we are obliged to respect deception?
When the lie is used against society, it has the duty and the right to rebel, to go out into the streets and to wield the flag of truth. That inalienable truth that requires defending the inherent and absolute value of human life, that requires making it clear that abortion is not only about the woman, that the conceived person is a human being with equal dignity as others, that abortion is a cruel murder, that there is no right to kill innocents, that human beings are born men and women, that subjectivity does not determine who I am, that feelings do not generate rights, that objectivity is not discrimination and that discrepancy is not hate.
Sooner or later, the truth is reborn and triumphs, the blindfolds fall off, and then we come to understand that the lie is not respectable.