La libertad es el remedio para las dificultades económicas de Estados Unidos

Bryan Riley

El presidente Obama recientemente dio una conferencia sobre la economía de Estados Unidos durante un acto de campaña en Osawatomie, Kansas. El periódico New York Times elogió el discurso del Presidente Obama y lo catalogó como un potente ataque a la economía de mercado. Robert Reich, profesor de la Universidad de Berkeley, California, calificó el discurso como el más importante de su presidencia. El Kansas City Star se deshizo en elogios al referirse a su buen plan de acción y buena política.
Pero en realidad, el presidente Obama ha diagnosticado de forma desastrosa el origen de los problemas económicos de Estados Unidos, afirmando en su discurso:
Durante las últimas décadas, grandes avances en tecnología han permitido a las empresas hacer más con menos y esto ha hecho más fácil para ellas poder instalar una tienda o contratar trabajadores en cualquier lugar que deseen del mundo. Y muchos de Uds. saben de primera mano los penosos trastornos que esto ha causado a muchos americanos. Fábricas donde la gente pensaba que se jubilaría, de repente levantaron vuelo y se fueron al extranjero, allí donde los trabajadores eran más baratos. Las fábricas de acero que necesitaban un millar de empleados [eran] ahora capaces de hacer su trabajo con un centenar de empleados, por lo que con demasiada frecuencia los ceses se convirtieron en despidos permanentes y no sólo una parte temporal del ciclo económico. Si Ud. era cajero de banco, operador de centralita telefónica, agente de viajes, habrá visto a muchos compañeros de su profesión sustituidos por cajeros automáticos e Internet. Hoy en día, incluso los más calificados puestos de trabajo, como contadores o mandos intermedios, pueden externalizarse a países como China o India. Y si Ud. es alguien cuyo trabajo lo puede hacer más barato una computadora o alguien en algún otro país, Ud. no tendrá mucho peso ante su empleador.
El presidente Obama parece ver estos desarrollos como síntomas que debe atender el gobierno cuando, en realidad, la libertad de crear nuevas tecnologías y comerciar internacionalmente es potencialmente la mejor cura para nuestros males económicos.
Sólo pregunte a cualquiera de los casi 6 millones de americanos que le deben sus puestos de trabajo a empresas extranjeras que han “externalizado” la producción a Estados Unidos. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, muchos más empleos son externalizados de otros países a Estados Unidos que viceversa.
O pregunte a uno de los 3.2 millones de americanos que trabajan en la industria de la computación o a cualquiera de los millones de personas más que tienen trabajo porque las computadoras los han hecho más productivos.
La Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos (BLS) revela que hay más contadores, trabajadores del acero y del metal y cajeros de banco trabajando ahora que los que existían en 1997.
La declaración del presidente Obama con respecto a que contamos con menos operadores de centralitas telefónicas hoy es cierta, pero hay un ejemplo aún mejor que puede usar en su próximo acto de campaña. En 1997 existían unos 6,000 “operadores de telégrafos y teletipos” en Estados Unidos. En 2010, el BLS había eliminado por completo esta categoría de empleos. A pesar de que se ha perdido para siempre los puestos de trabajo para telegrafistas, el BLS se ha visto obligado a crear nuevas categorías de trabajos para la reparación de cajeros automáticos, instaladores de telefonía celular y otras ramas.
He aquí el quid de la cuestión: La libertad económica funciona, pero hoy tenemos menos de la que solíamos tener. Es esta pérdida de libertad –y no Internet, ni los cajeros automáticos ni la externalización– la que es la causa de nuestras dificultades. El remedio es más libertad.

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