La fuerza de tus palabras
Rebeca Orozco Mora
Dicen que las palabras se las lleva el viento, pero pasa exactamente lo contrario. En nuestra vida tienen tanto peso las palabras, que se quedan en nuestra memoria y en nuestro corazón. Si halagas a una persona la harás sentir en las nubes, pero si la insultas, su ánimo decaerá y le provocarás una herida que puede tardar días o semanas en sanar.
Todos los seres humanos necesitamos sentirnos queridos y valorados, pero cuando alguien se burla de nosotros, sin importar el motivo, puede lastimar nuestra autoestima hasta el grado de desear desaparecer.
Las burlas consisten generalmente en bromas desagradables, apodos hirientes, amenazas, insultos y risas desdeñosas. No es extraño ver cómo ciertos grupos de niños hieren a otros. ¿Lo has hecho alguna vez? El hablar mal de algún compañero puede causar en él una profunda tristeza e, incluso, que ya no desee asistir a la escuela.
¿Se puede luchar contra la burla? La benedicencia es la mejor arma contra ella. ¡Qué rara palabra! Es lo opuesto a la burla o al insulto, es el arte de hablar bien, pero para ello no basta no decir groserías, sino es responsabilizarnos de que todas la palabras que digamos sean para hacer el bien.
Un niño benedicente es aquel que al dirigirse a sus conocidos suele distinguir sus cualidades y si acaso habla de algún defecto, lo hace de manera positiva, con el afán de que el otro se supere. No se trata de adular o mentir, si deseamos hablar bien debemos hacerlo con sinceridad.
¿Quieres evitar hacer daño a los demás? Antes que nada conoce a los que te rodean. Distingue su lado bueno y malo. Compréndelos. No juzgues su forma de ser o comportarse. Reconoce sus logros y habilidades. Si hicieron algo que te ofendió, diles lo que piensas, sin insultarlos, siempre con un fin positivo, con palabras constructivas y cariño. Si la situación se complica, busca el apoyo de tus padres, maestros o de algún adulto en quien confíes.
Si quieres ser aceptado y admirado, busca la manera de usar tus palabras de forma positiva; para construir y no para destruir. Trata de pensar cómo se sienten tus compañeros cuando los molestas. ¡Ponte dentro de sus zapatos! Recuerda que mientras un insulto es un golpe; una buena palabra es una caricia.
Fuentes
Eric Digest, “Manejando las burlas: Cómo los padres pueden ayudar a sus hijos”, http://www.ericdigests.org
“Somos buenos, seamos mejores”.
www.sermexico.org.mx
bojorge@mexicounido.org.mx