La Calidad de Vida
¿Qué es la calidad de vida? ¿Como podemos medir nuestra calidad de vida?
Para el ser humano existen dos tipos de calidad de vida, la exterior y la interior, la calidad de vida exterior es lo que tenemos, la calidad de vida interior es quien realmente somos.
Cuando usted dice: “hoy me siento bien”… “hoy me pesa la cabeza”… “hoy estoy sin energía”… “hoy estoy de buen animo”… a que se refiere… así como la buena dieta y la gimnasia le brindan una buena calidad de vida “exterior”, los desafíos emocionales le ayudan a obtener una buena calidad de vida “interior”.
Los parámetros externos se refieren a aquello que otras personas dicen acerca de la vida de nosotros, por ejemplo, nuestro nivel educativo, el lugar donde vivimos, el resultado de nuestros exámenes médicos o incluso nuestros ingresos económicos, pero la calidad de vida interior se refleja en los criterios subjetivos, como las emociones, nuestros objetivos, nuestra energía física y mental o nuestro grado de satisfacción…
Debemos tomar en cuenta que la mayoría de las personas relacionan los criterios internos con los externos y viceversa, resultando muy difícil separar uno de otro… para lograr esto les propongo recorrer cuatro caminos o cuatro mundos que debemos transitar y que dependen de nuestra fuerza de voluntad:
El mundo real: son las oportunidades que el entorno le brinda a una persona, ellas son las condiciones sociales, ambientales, políticas, económicas y culturales y que influyen en la calidad de vida que cada persona pueda alcanzar.
El mundo formativo: son las capacidades personales, propias o adquiridas, como las habilidades, los conocimientos, la inteligencia emocional o la resistencia física.
El mundo creativo: son las evidencias que tienen los demás acerca de la calidad de vida de una persona. Su aspecto físico, su vestimenta, sus posesiones, la composición de su familia, el lugar donde vive o la actividad a la que se dedica.
El Mundo potencial: son los niveles de satisfacción personal que tiene una persona con los diferentes aspectos de su vida, sean tangibles como el dinero, el trabajo, los bienes y el logro de sus proyectos o intangibles como la familia, la amistad, el crecimiento personal y la realización de sueños y deseos.
Respecto al camino a recorrer entre los mundos potenciales, creativos, formativos y reales, el mismo se refiere a que la calidad de vida puede existir en las oportunidades y/o en los resultados, porque una persona puede tener una alta calidad de vida tomando como parámetro sus metas, sueños y proyectos (potencial), o considerando los logros alcanzados y aquello que ya obtuvo (real), porque ambas dimensiones están relacionadas, pero no siempre coinciden, muchas veces, las oportunidades no se concretan en resultados o, por el contrario, se logran grandes resultados a pesar de la escasez de oportunidades.
Analizar la calidad de vida desde diferentes dimensiones nos ayuda a entender que esta no puede ser evaluada atendiendo a un único criterio, cuando partimos de una sola dimensión, ignoramos un aspecto fundamental de la calidad de vida: el equilibrio, entonces resulta que nuestra evaluación no es efectiva, en cambio, cuando enfocamos la calidad de vida sistémicamente y analizamos equilibradamente todas sus dimensiones, logramos una evaluación… de calidad.
Para lograr un equilibrio perfecto entre los cuatro mundos debemos reconocernos en cada uno de ellos, por separado, y en su totalidad o en conjunto:
Conciencia: en el mundo de las oportunidades reales es muy importante reconocer la imagen que nos rodea, y nuestro rol activo en ella, principalmente, tomar conciencia de los “hechos” que nos hacen ser quienes somos: las elecciones que tomamos, los esfuerzos que realizamos, la reflexión que aportamos, los hábitos que desarrollamos, etc… La conciencia también nos permite estar completamente presentes en las cosas que hacemos y permanecer abiertos a recibir información, conocimiento y retroalimentación externos.
Aceptación: en el mundo de las oportunidades formativas es muy importante asumir nuestros pensamientos y sentimientos, sin repudiarlos, ni negarlos, por el contrario debemos aceptarnos, valorarnos y comprometernos con nuestra mejora, sin por eso caer en la autocomplacencia. Esto también implica admitir nuestros límites, problemas, dudas y sentimientos negativos como el dolor, la vergüenza y el temor, como vimos y aunque suene contradictorio, debemos aceptar tanto lo positivo… como lo negativo.
Respeto: en el mundo de resultados creativos es muy importante el respeto hacia los demás, pero fundamentalmente hacia nosotros mismos, porque respetar nuestros deseos, necesidades y valores, nos permite valorarnos, no dejarnos llevar por aquello que dicen otras personas, defender nuestra posición y aceptar que nunca complaceremos a todos, porque una persona que se respeta no se deja manipular, no simula ser alguien diferente para agradar y tiene el coraje de vivir según sus convicciones. El respeto nos permite confiar en que somos capaces de enfrentar los desafíos de la vida, de alcanzar cierto éxito y de ser felices.
Propósito: en el mundo de los resultados potenciales es muy importante definir metas a corto y a largo plazo, elegir las acciones necesarias para alcanzarlas, evaluarnos periódicamente para no perder el rumbo y prestar atención a los resultados que obtenemos. Cuando vivimos con un sentido de propósito, no dependemos de la “suerte” o de acontecimientos fortuitos y contamos con criterios para evaluar aquello que nos hace bien y aquello que no. El logro de metas significativas influye considerablemente porque nos brinda una sensación de control sobre nuestra vida.
Responsabilidad: para recorrer los cuatro mundos es muy importante que comprendamos la necesidad, sin excusas, de ser responsables de nuestras elecciones y acciones, de nuestro bienestar, del logro de nuestros objetivos, de nuestra conducta hacia otras personas, de la calidad de nuestro trabajo y de la elección de los valores según los cuales vivimos. Debemos saber que la responsabilidad, debe ser acompañada de autoevaluación y autocontrol.
Integridad: ser congruentes entre aquello que profesamos y aquello que hacemos, nos simplifica el camino entre los cuatro mundos, porque una persona con integridad es honesta, honra sus compromisos y ejemplifica sus valores con sus acciones, esto hace que genere confiabilidad entre quienes lo rodean.
Recorrer día a día estos cuatro mundos nos cimentará la autoestima, nos protegerá de los pecados del orgullo, la arrogancia, la vanidad y la presunción, que siempre están al acecho y nos librara de creer ser algo que no somos, bueno o malo, ya que cimentar nuestra autoestima en el autoconocimiento, nos hace comprender, fundamentalmente, que la calidad de vida no es algo que puedan “darnos” ni nuestros padres, ni nuestros amigos, ni nuestro jefe, ni nuestros vecinos, ni nuestro nuevo reloj, ni nuestro nuevo auto, ni el título que cuelga de la pared… porque una vez que recorramos los cuatro mundos, descubriremos, fundamentalmente, que la calidad de vida externa e interna depende únicamente nosotros…
Hasta la proxima