La Cadena de Adioses
Por Jorge Hugo García
Doctor en Psicología.
A través de nuestra vida vamos dejando una larga estela colmada de pérdidas dolorosas y silenciados olvidos. Somos cometas en el cielo de los sentimientos. Y nos vamos dando cuenta con inquietud que nada permanece, que el amor no es eterno y la celeridad de los cambios emocionales nos va dejando sorprendidos.
Desde el momento de nacer, nos vemos forzados a dejar ir aquello que más amamos y formaba parte de nuestro entorno. Nos duele la prontitud con la que transcurre el tiempo, y nos culpamos de no haber sabido aprovecharlo en toda su plenitud. Resentimos no haber intentado comunicarles a los seres que amamos, esas palabras que se quedaron en nuestro corazón ahogadas por la vanidad o el orgullo.
No supimos, o no nos dimos permiso de hablar en el momento preciso y ante la persona indicada, aquello que pugnaba por derramarse de nuestro pecho. Entonces nuestra conciencia se tornó en juez intolerante, y nos dictamos una dolorosa sentencia con una larga condena de remordimientos, en un vano intento por expiar nuestras indecisiones.
Nadie nos acusó de haber omitido la frase que nos hubiera podido dejar en paz. Nos culpamos y sentenciamos a nosotros mismos, por no haber sabido poner en palabras nuestros sentimientos, y nos dolemos ante lo que pudo haber sido y no fue. Y así agregamos llenos de congojas, un nuevo adiós a nuestra larga cadena de separaciones. Al pasar del tiempo, ahogamos al remordimiento para enmudecer las palabras que pudieron haberse dicho.
Por no habernos atrevido la expresión de nuestros sentimientos, hemos perdido grandes amores que pudieron haber pasado a la historia, si hubiésemos mostrado a tiempo un momento de valentía. También lamentamos la partida de amistades que se mudaron partiéndonos el corazón, porque eran parte de nuestro diario acontecer. Les lloramos a padres o familiares que desaparecieron para cumplir con la ley de la materia, porque ya no disfrutaremos de su presencia.
Pero el universo se rige por la ley de las transformaciones, en donde el cambio es eterno, donde la energía ni la materia se pierde, solo modifica su forma en un ciclo infinito. El material cósmico continúa siendo el mismo, sólo que formando diferentes estructuras, habitando en diferentes cuerpos, y animando nuevas almas que repetirán las mismas promesas de amor.
Igualmente, a escala humana se repite el mismo proceso que conforma el cosmos. Y así vamos cambiando de pieles en una perenne metamorfosis. Las circunstancias se transforman, nuestros sentimientos evolucionan, y vamos cambiando de imagen y de actitudes para irnos ajustando a la realidad de un desconocido presente. Con los años, nos empezamos a dar cuenta que la vida está formada por una infinita cadena de adioses y bienvenidas.
Todo cambia a nuestro alrededor, nada permanece. Y debemos estar preparados para decirle adiós al presente y darle la bienvenida al futuro, abriendo nuestra mente con una gran capacidad de sorpresa, para disfrutar la aventura de nuevas circunstancias, en un mañana donde reine lo fantástico y lo inesperado, porque quedarnos viviendo en el pasado será morir con él.
Hasta hace unos años, el sufrimiento causado por un amor perdido podía durar toda la vida. Pero en la Clínica de Psynética se han creado técnicas psicológicas para borrar las memorias dolorosas, y aliviar el duelo de aquellos corazones que viven en una eterna agonía, para que recuperen de nuevo la alegría de vivir y el inmenso placer que brinda el estar enamorados una vez más.
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