
La asfixia: una seria amenaza para los niños
La seguridad de un niño en las mentes de quienes lo cuidan implica usualmente la visión de acondicionar la casa o evitar el Síndrome de Muerte Súbita Infantil (SIDS, por sus siglas en inglés). Pero ni los padres ni otras personas que se ocupan de atender niños advierten a menudo la existencia de otro enemigo más peligroso aún.
Las estadísticas de la Academia Americana de Pediatría (AAP, en inglés) y la Campaña Nacional SAFE Kids afirman que en los Estados Unidos muere un niño cada cinco días como resultado de asfixia provocada por los alimentos. La causa principal de estos fallecimientos relacionados con lesiones no intencionales de menores de un año es la obstrucción de las vías respiratorias.
A pesar de las sorprendentes cifras, muchos padres no son capaces de reconocer exactamente los peligros de asfixia. Recientemente, tres instalaciones médicas en Atlanta realizaron un estudio acerca de los peligros de asfixia infantil en el que participaron personas que cuidaban a 94 niños, donde se les mostraron 10 alimentos comunes y artículos de uso en el hogar. Luego se les pidió que identificaran aquellos que constituyen posibles causantes de asfixia. Los alimentos y objetos fueron: una uva entera, un perro caliente pequeño, zanahorias crudas, caramelos duros, un balón de látex, una galleta, un bolígrafo, una canica, una moneda y un patito de goma. En la vida real sólo la galleta y el patito no constituyen peligro. Sin embargo, cerca de la mitad de los participantes no identificó la uva como peligro, mientras que el 35 por ciento no consideraron dañinas las zanahorias crudas.
Los expertos afirman que los alimentos redondos y firmes son los más peligrosos en lo referente a la asfixia infantil, y no deben ofrecérseles a los niños menores de 4 años. Pero hay otros componentes en la lista de cosas que los niños pueden tragarse y correr riesgos de una obstrucción de las vías respiratorias. Por ejemplo, los alfileres de seguridad, las grapas de papel, los pendientes y otras joyas pueden tener bordes cortantes que podrían perforar el esófago. Las baterías también son peligrosas, pues pueden expeler ácido cáustico que destruiría el recubrimiento del estómago y otros órganos. Los magnetos también están a la cabeza de la lista. Si un niño se traga varios magnetos en ocasiones separadas, los mismos podrían atraerse entre sí dentro de los intestinos y/o colon del niño. Con frecuencia, la ingestión de magnetos requiere cirugía de emergencia.
¿Por qué los niños son más propensos a la asfixia?
Los niños son naturalmente más pequeños que los adultos, por lo que sus vías respiratorias son más estrechas. Un pedazo de alimento o un objeto que no bloquearía las vías respiratorias de un adulto, podría obstruir las de un niño con más facilidad. Además, como el niño tiene menor volumen pulmonar, no podría expulsar el objeto atascado en su tráquea. Finalmente, los músculos que intervienen en el proceso de tragar no están tan desarrollados como los de un adulto, lo cual podría provocar que los alimentos se atasquen.
Cómo evitar la asfixia
El primer paso para evitar la asfixia es estar consciente de los alimentos y objetos peligrosos. A continuación, una relación proporcionada por AAP.
Perros calientes
Nueces y semillas
Pedazos de carne o queso
Uvas enteras
Caramelos duros y pegajosos
Palomitas de maíz
Pedazos de mantequilla de maní
Vegetales crudos
Goma de mascar
Balones o globos de látex
Monedas
Canicas
Juguetes con componentes pequeños
Juguetes que caben dentro de la boca del niño
Pelotas pequeñas
Bolígrafos o tapas de marcadores
Baterías esféricas pequeñas del tamaño de un botón
También hay dispositivos en forma de tubo que pueden ayudar a padres y personas que cuidan niños a clasificar mejor los objetos peligrosos. Si el alimento u objeto cabe dentro del mismo, pudiera implicar un riesgo de asfixia.
Los pediatras afirman que la precaución a la hora de elegir y elaborar los alimentos puede marcar una diferencia entre la vida y la muerte. Seleccione alimentos apropiados para la edad del niño, y córtelos en pedazos pequeños (del tamaño de un guisante) que puedan tragarse fácilmente. Enséñele al niño a masticar bien. Además, los niños deben sentarse cuando están comiendo, y no se les debe dejar que corran con alimentos en la boca.