¿Injusticias laborales? … ¡calma!

Georgina Montelongo L.

Calificar de injustas algunas de las situaciones con las que no se está de acuerdo en el trabajo, puede ser el resultado de una mala percepción de las mismas. Aprender a distinguir entre un malentendido y una iniquidad, es el primer paso para ser objetivos y aprender a valorar las cosas en su dimensión.

La psicóloga Georgina Alatorre, dice en este sentido: “El enojo, es una de las reacciones más comunes cuando alguien se siente víctima de una injusticia en su ambiente laboral. Sin embargo, esto es un gran impedimento para analizar objetivamente la situación, y puede llevar a la persona a establecer juicios de valor incorrectos; además de afectar negativamente, tanto su productividad, como la forma de relacionarse con sus jefes y compañeros”.

Y agrega: “Esto no significa que muchas de estas injusticias, no sean reales; pero para saber en qué medida lo son, y posteriormente tomar decisiones, es importante estar tranquilos.

Hay que recordar que toda situación generalmente tiene dos aspectos: lo que es, y lo que se cree que es; a esto se le conoce con el nombre de percepción. Y para volver a recuperar el equilibrio, es necesario que dicho proceso de pensamiento, esté libre de emociones negativas”.

Pedir un aumento de sueldo o solicitar la oportunidad de acceder a un puesto inmediato superior, y no recibir una respuesta a la medida de sus expectativas; son sólo algunos de los eventos, que pueden llevar a una persona a suponer que se está cometiendo una injusticia en su contra, cuando quizá sólo deba aprender a comunicarse de manera más eficaz.

En este sentido, conviene tener muy claro qué es lo que se quiere; es decir, solicitar algo o hacer un reclamo. Lo primero, implica tener una actitud abierta y de negociación. Reconocer que aunque existen diferentes formas de pensar y de ver las cosas, es posible llegar a acuerdos. Adoptar esta actitud, genera confianza, seguridad y respeto por las opiniones de los demás; por lo tanto, la probabilidad de ser escuchados y lograr lo que se desea, será mayor.

Pero si la opción es hacer un reclamo, lo primero que hay que ver es si se tienen bases firmes para hacerlo. Ponerse “a la defensiva”, o suponer automáticamente que se tiene la razón, y que los demás están equivocados, genera de inicio un ambiente hostil, que en nada favorece a la solución del conflicto. Si después de haber analizado las circunstancias del hecho con la cabeza fría, alguien concluye que realmente se está cometiendo una injusticia en su contra, es cuando más calma y ecuanimidad se requieren para defenderse.

Finalmente, enfrentarse a este tipo de experiencias laborales y superarlas, logrando que las emociones negativas no sean las que tomen el mando, fortalece a las personas, y les brinda la oportunidad de aprender a ser más justas y objetivas cada día, tanto consigo mismas, como con los demás.

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