<!--:es-->¿Hasta cuando voy a volver con mi mamá?<!--:-->

¿Hasta cuando voy a volver con mi mamá?

Era un niño pequeño para sus 11 años, pero no tuvo miedo de hablar directamente al juez. El tono de su voz era como una oración de súplica, pero respetuoso. “Señor Juez, ¿hasta cuándo voy a poder volver con mi mamá?” Al otro lado de la sala estaba la mamá. Una joven de apenas 30 años, pero parecía de 50 o más. Su rostro marcado y deformado por el uso de las drogas. La habían traído de un centro de rehabilitación. El juez quería un informe respecto a su progreso. No fue muy halagador. Todavía sufría episodios de esquizofrenia. Veía cosas y escuchaba voces que no estaban ahí. Hacía ocho meses el Tribunal de Menores le había quitado el niño a la madre. Ella, en uno de sus episodios de esquizofrenia inducido por las drogas, había agredido fuertemente contra el niño. Pero el niño la amaba, y no podía despojarse de sus sentimientos. Con miradas de anhelo y cariño, él quería correr y abrazar a su madre. Ella por otro lado, estaba bastante sedada debido al fármaco que le habían dado. El niño vivía en un hogar de crianza, con buenos padres, pero extrañaba el calor de su madre. La madre lo miraba como queriendo reconocerlo. Al juez le faltaron palabras para responder al niño: “Esperamos que pronto, Jaimito, pronto, por ahora tienes que tener paciencia.” ¿Cómo se le pide paciencia a un niño que quiere y necesita un abrazo de su madre en ese instante?
Existe un sentimiento aún más fuerte por volver a nuestro hogar. ¿Cuándo será el día que gozaremos de esos cielos nuevos y tierra nueva que se nos ha prometido? ¿Cuándo nos daremos ese abrazo eterno con nuestros seres querido que hemos perdido? ¿Cuándo será que estaremos en los brazos de ese divino ser que nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros?
Dice la Escritura “Sabemos que toda la creación todavía gime… Y no sólo ella, sino también nosotros gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados…. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?” (Romanos 8:22-24, 31-32). De tal modo que todo lo que esperamos es ya una cierta realidad. ¿Por qué? Por el hecho histórico de la muerte y resurrección de Jesús, nuestro Salvador. Ese hecho histórico es la garantía de todos los abrazos que esperamos darnos cuando volvamos a nuestro hogar. Pero mientras tanto hay muchos otros abrazos que nos podemos dar: a los niños cuando lloran; a los ancianos cuando cuando les falta quien los abrace. ¿Hasta cuándo? ¡Hasta tu próximo beso y abrazo!
Haroldo Camacho, Ph.D., Intérprete Judicial. Historia ha sido modificada para proteger identidades. Informes: haroldocc@hotmail.com.

Share