“Eres mosca muerta”

“Eres mosca muerta”

Dos mujeres llegaron ante el juez solicitando medidas de protección, una contra la otra. La situación era complicada. Una de ellas, era la novia del ex novio de la otra. Pero antes que el novio se fuera con la otra, le había dejado un bebé. Esa niña ahora estaba en el Kinder, y los padres se compartían la custodia. La nueva novia del muchacho se oponía a que le hiciera favores a la otra. La otra, no quería que cuando su niña visitara a su papá, la otra mujer viera a su niña. “La maltrata”, señor juez. “Se burla de ella. Que no es tan bonita como sus propias hijas”. Las dos jóvenes contaban una historia de odios e intrigas la una contra la otra. En eso la nueva novia del papá presentó un escrito como prueba. Era de una página de las redes sociales. La nueva novia alegaba que contenía una amenaza de muerte que venía de la otra. Las palabras estaban en español, pero traía una traducción para el juez. La traducción al inglés parecía contundente: “You are a dead fly”. Por más que la ex novia alegaba que “eres mosca muerta” solo daba a entender que la otra tenía dos caras, una para la gente de afuera, y otra para maltratar a su niña, el juez no le creyó. El inglés desconoce esa frase con su doble sentido. El juez dictó la Medida de Protección a favor de la otra.
Todo era complicado. Las relaciones de las parejas. La relación de la niña que se sentía en medio de esa lucha. Y el colmo, el idioma.
Dios ha des-complicado la situación humana con un solo nombre: Jesucristo. Su amor es constante y fiel. No nos ama un día y otro día nos aborrece y busca otros. “Grande es tu fidelidad”, afirma la Escritura (Lamentaciones 3:23). La fidelidad de su amor no es solo de labios. Jesucristo subió a una cruz, allí se hizo culpable por todos nuestros pecados, para darnos la bienvenida a la eternidad. “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Esta es la buena nueva para todos los que son acusados justa o falsamente. Porque no hay ni uno justo y bueno. Jesucristo también derriba las barreras del idioma. Dice la Escritura, “Dios… en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo” (Hebreos 1:1-2). Su idioma es el idioma universal del amor, y Él entiende hasta las gemidos indecibles del corazón, porque Él ya los sufrió a tu favor. “En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros” (1 Juan 3:16). Dios no dicta medida de protección contra nosotros. Lo que Dios declara a voz en cuello desde la cruz es: ¡Medida de Salvación! ¿Por cambio de qué? De un átomo de fe, que ¡Él mismo te da!

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