Enojarse puede causar problemas del corazón
El enojo puede afectar al corazón y causar un ritmo cardiaco irregular, lo cual podría tener resultados nocivos e incluso provocar la muerte, determinó un estudio.
Desde hace tiempo se sabe que el enojo y la depresión son factores en las enfermedades cardiacas, y que las muertes por falla cardiaca aumentan después de desastres naturales como terremotos.
Pero el nuevo estudio, difundido el lunes, va más allá pues revela un patrón específico en los electrocardiogramas de ciertos pacientes a los que se les pidió recordar algún momento molesto.
En gente ya vulnerable “enojarse causa cambios eléctricos en el corazón”, dijo la cardióloga Rachel Lampert, de la Universidad de Yale, que dirigió el estudio. Cuando esa situación ocurre, incluso solamente en el consultorio médico, “es más probable que sufran arritmias afuera”.
El tema principal es el colapso cardiaco, cuando el sistema eléctrico del corazón se descontrola y cesan abruptamente los latidos. La única manera de salvar al paciente es dándole una carga eléctrica al corazón con un artefacto llamado desfibrilador.
A fin de evaluar el efecto de los sentimientos enojosos, Lampert sometió a electrocardiogramas a 62 pacientes que tenían desfibriladores implantados en el tórax por problemas cardiacos. Cuando recordaron un momento que les causó enojo, algunos pacientes sufrieron alteraciones en el electrocardiograma que parecían alteraciones que pronostican irregularidades en las pruebas de ejercicio estacionario.
En otras palabras, el estrés emocional estaba produciendo una señal de alarma parecida a la provocada por el estrés físico. Pero lo logró sin causar una interrupción de los latidos, lo cual parece indicar que la adrenalina emitida por el enojo actúa directamente sobre las células cardiacas.
El resultado es que las personas cuyas pruebas mostraban un alza durante el momento del recuerdo irritante eran 10 veces más susceptibles a que sus desfibriladores entren en acción en los próximos tres años que los pacientes de condiciones similares pero cuyos corazones no reaccionaron ante el recuerdo molestoso, reportó Lampert en el Journal of the American College of Cardiology.
También analizó la posibilidad de que técnicas de relajación ayuden a los pacientes a evitar latidos irregulares. Aun así es imposible saber si el enojo tiene el mismo efecto en personas cuyos corazones son saludables.
Pero este es un tema que debe ser estudiado, dijo la doctora Nieca Goldberg, portavoz de la Asociación Cardiaca de Estados Unidos.
Hay un vínculo inequívoco entre el corazón y el cerebro, “pero todavía no hemos podido explicar por qué”, dijo Goldberg, cardióloga de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York. “Este es un paso en la dirección correcta”.
El estudio, además, es pequeño y aun debería estudiarse el efecto de la ira en muchos más electrocardiogramas para poder pronunciarse sobre su confiabilidad.
Pero de ser cierta, la conclusión tendría efectos sumamente amplios: Unos 100.000 desfibriladores son colocados cada año en personas con latidos irregulares. Los científicos están tratando de determinar cuáles pacientes necesitan esos artefactos con más urgencia, y esas pruebas pueden ayudarles a decidir.