
En plena campaña electoral, el tema migratorio está ausente en el Congreso
Las duras normas antiinmigrantes, como la de Arizona, han sacado a la calle a miles de inmigrantes en protesta
Dureza en vez de reforma
WASHINGTON, DC.
Las posibilidades de que el Congreso plantee ahora las bases de una reforma migratoria son cada vez menores y los grupos hispanos, que hasta ahora no han recibido más respuesta que leyes como la del refuerzo de la frontera, quieren que el tema cobre fuerza en la campaña electoral.
La semana pasada, tanto el Congreso como la Casa Blanca dejaron claro cómo quieren combatir la inmigración ilegal con la promulgación de la “ley de los $600 millones” para aumentar la presencia policial en la frontera con México.
Para el presidente, Barack Obama, esta ley es un peldaño más para lograr una reforma migratoria bipartidista que asegure las “fronteras y restablezca la responsabilidad y rendición de cuentas” en el maltrecho sistema de inmigración de Estados Unidos.
Ya antes de la aprobación de esa ley, la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) calculó que este año fiscal deportará a unos 400,000 inmigrantes indocumentados, una cifra histórica.
Pero la propia secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, reconoció el viernes pasado que el problema de la inmigración ilegal “es un asunto que no va a desaparecer”, a la vez que reiteró que la pelota sigue estando en la cancha del Congreso.
Sólo que no hay consenso entre los dos partidos sobre un tema que ha sido volátil durante la historia de este país, y que tampoco garantiza puntos políticos más allá de sus bases.
Por ahora, en la “cancha” del Congreso no hay suficientes jugadores para siquiera formar un solo equipo y echar a rodar la pelota.
Fuera del Congreso, no hay candidato que se resista a opinar sobre la inmigración ilegal y, en general, los conservadores se quejan de la falta de medidas más contundentes contra los indocumentados.
El senador republicano de Arizona, John McCain, ahora dice que EU es “una nación de inmigrantes” -de hecho, el español se hablaba en su estado antes que el inglés- pero que quiere que “vengan acá legalmente”.
Mucho antes de verse en aprietos frente a J.D. Hayworth para las primarias republicanas del próximo 24 de agosto, McCain decía que los inmigrantes eran “hijos de Dios” e incluso patrocinó la fallida reforma migratoria de 2007.
Ahora, para consolidar el apoyo y la confianza de la base conservadora, McCain insiste en que no estará satisfecho hasta que el Gobierno federal ponga en marcha un plan de seguridad que él propuso junto al senador Jon Kyl, efectivamente “sellando” la frontera.
El problema de la inmigración ilegal, y cómo corregirlo, se perfila como un importante tema de cara a los comicios del próximo 2 de noviembre.
Estados como Utah, Florida, y Virginia también sopesan o han puesto en marcha medidas para combatir a la población indocumentada.
En Alabama, los republicanos prometen que, si recuperan el control del Congreso, impulsarán una ley para combatir a los indocumentados similar a la SB1070 de Arizona.
En todo caso, la “ley de los 600 millones” ha sido un balde de agua fría para grupos que consideran que la reforma migratoria no está reñida con la seguridad fronteriza.
Para grupos como el Foro Nacional de Inmigración, el Consejo Nacional de La Raza o “America’s Voice” no se trata de un “trueque”, sino de dar una respuesta “integral” al problema de la inmigración.
Además, estos grupos señalan que los conservadores aparentemente jamás se conformarán con lo que aporte Washington y seguirán pidiendo cada vez más recursos.
La realidad sigue siendo la misma: Obama y los demócratas, que controlan el Congreso, prometieron al electorado hispano echar a andar la reforma migratoria.
Hasta ahora, no han cumplido con su palabra y, de cara a los comicios de noviembre, los votantes hispanos siguen esperando