“El tribunal la cuidará como si fuera su propia hija”

“El tribunal la cuidará como si fuera su propia hija”

Años atrás una preciosa niña de 7 años había quedado bajo la tutela del Tribunal de Menores. Un tío lejano aceptó encargarse de la niña bajo las órdenes del Tribunal. La niña aceptó a su nueva familia. Ahora 5 años después estaba en pleno desarrollo como señorita. Pero poco a poco se fue presentando un síndrome en la dentadura de la niña. Los dientes en ambas mandíbulas comenzaron a crecer fuera de control. Su rostro se estaba desfigurando. Cuando la niña se miraba en el espejo, notaba los grotescos cambios. Las risitas y burlitas de sus compañeras en la escuela que le daban ofensivos apodos se lo confirmaba. Dejó de sonreír para que no le vieran su dentadura, y llegaba a casa llorando, sin deseos de hacer tareas, ni de volver a la escuela. Volvía al espejo, y comenzaba a odiarse. Su tío, trajo el caso al tribunal para presentarle la necesidad al juez. Al fin y al cabo, el juez dictaba sobre la menor hasta que cumpliera mayoría de edad. La fiscal, pedía que no se concediera ayuda financiera para la ortodoncia de la niña. “Todos los niños necesitan ortodoncia, si comenzamos con ella, no nos dará el presupuesto para todos los demás”. Después de otros argumentos el Juez dijo: “¡Basta! Si esta niña está bajo nuestro cuidado tenemos que tratarla como nuestra propia hija!” Sin más, firmó la orden para su tratamiento.
Y, ¿qué de nosotros y nuestras necesidades especiales? Dijo Jesucristo, “No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?» ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas” (Mateo 6:25-34). Nosotros somos esa niña con rostro desfigurado. Al creer en Él se nos da su propio rostro de amor, y nos ampara ¡porque somos sus propios hijos!

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