El presupuesto del hogar

Invierte en tu

futuro ahorrando

Admito que no es fácil, pero también digo que muy posiblemente, si miras bien a tu alrededor, descubrirás que existen fuentes de dinero que podrías usar en tu beneficio… y no te estoy hablando de que asaltes el banco de la esquina.

Antes de invertir o de hacer algo con tu dinero, el primer paso es saber exactamente cuánto tienes. Pero aunque conocer esto debería ser lo más lógico del mundo, muchas veces no tenemos la menor idea del dinero que está a nuestra disposición.

En general en tu vida -en tu trabajo, salud, relaciones sociales y amorosas-, si no pones los pies en tierra primero, nunca podrás llevar tus sueños a la realidad; y en el tema del dinero, esto es una verdad más grande que una casa.

Para que los sueños y esperanzas lleguen a convertirse en metas, primero hay que saber con qué y cuánto se cuenta.

Estoy segura de que jamás sales de tu casa, ni arrancas el auto sin saber a dónde quieres ir. Lo mismo sucede con nuestros objetivos económicos: Primero tienes que saber dónde estás situado, antes de decidir dónde es que quieres llegar.

Y aquí es donde te ofrezco la palabra mágica de las finanzas personales, el abracadabra que, aunque no lo creas, te abrirá las puertas de un futuro desahogado económicamente: PRESUPUESTO.

El dinero tiene la facultad misteriosa de escabullírsenos de entre los dedos como arena de la playa, y el presupuesto es el arma que te ayudará a controlarlo.

Y al tener manejo de eso, podrás hacer planes de futuro con lo que posees, ya sea tu sueldo, regalos en el testamento de un pariente agradecido y las cuentas o cuentecillas del banco.

Antes de dar cualquier paso, lo primero es hacer nuestro presupuesto, para así controlar mejor el paso del dinero por nuestras manos.

No hace falta

un profesional

No te preocupes: No tienes que ser un contador profesional para hacerlo, sino contar con papel y lápiz, y tener la disciplina y minuciosidad de apuntarlo todo; no te estoy pidiendo sacrificios de ahorro, sino tan sólo que des el primer paso para averiguar, de una vez por todas, que pasa con ese dinero que pasa por tu lado como una exhalación luego que cambias tu cheque de salario cada dos semanas o menos.

Divide la hoja de papel (con el gran título de PRESUPUESTO arriba) en dos columnas. A una, la de la izquierda, la encabezas con la palabra ENTRADAS, y la otra será la de GASTOS. Así, como si fuera un libro de contaduría.

En la columna izquierda, vas a listar, una debajo de otra, las cantidades de dinero qué, grandes o pequeñas, entran en tu casa cada mes: Salarios, comisiones, intereses ganados en depósitos de bancos, ganancias por trabajos temporales, ganancias por alquileres, ventas de artículos personales, etc.

Quienes sean casados o vivan con un compañero o compañera, deberían hacer esto en pareja; es mucho más fácil y sale mejor.

Súmalo todo y calcula el 10 por ciento (eso se hace moviendo el punto decimal un lugar hacia la izquierda; por ejemplo, el 10 por ciento de $435.23 es $43.52). Destaca esa cantidad rodeándola con un círculo.

Ahora vamos a “la columna dolorosa”, es decir, la de los gastos fijos. Arriba, lo primero que escribirás es precisamente la cantidad que rodeaste con un círculo anteriormente, el 10 por ciento de tus entradas.

Esa cantidad, por pequeña que te parezca ahora, es un número sagrado, lo que vas a esconder para utilizar en inversiones (idealmente) o, por lo menos, en ahorros.

Pero no lo consideres como un dinero sobrante que vas a situar allí si acaso te queda algo. Nada de eso; fíjate que te dije que le dieras el primer lugar de todos tus gastos, pues es un regalo que le vas a hacer a la persona que más se lo merece: tú mismo.

Después de separar ese 10 por ciento, añade en la misma columna todos los otros gastos mensuales de tu hogar (o tuyos solamente si acaso eres soltero o soltera): Hipoteca, renta, comida (hasta las meriendas en el trabajo, por favor), combustible, artículos de salud y aseo, intereses, electricidad, ropa, las cervezas que tienes la costumbre pagarles a los amigos de vez en cuando, los cosméticos en el caso de las mujeres, la escuela de los niños, gastos de entretenimiento (cines, cable de la TV, etc.) y todo lo otro de que te puedas acordar.

Una buena idea es revisar tus cuentas del mes pasado, tu chequera y la hoja de gastos de la tarjeta de crédito.

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