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El Nuevo Guerrero Cubano en los Dodgers

Alexander Guerrero es un tipo de pocas palabras. Por eso ha preferido enviar con sus oportunos batazos un mensaje claro al manager Don Mattingly.
Desde que el mundo es mundo, el que batea es el que juega. Conectar con precisión una pelota que viaja a más de 90 millas por hora es el acto más difícil del béisbol.
Si usted no es un fildeador excelente, pero su rendimiento en el plato es superior, habrá que abrirle un hueco en la alineación, de todas, todas.
Guerrero, firmado por los Los Ángeles Dodgers el año pasado, quedó en el roster de 25 después de la primavera gracias, en parte, a una cláusula de su contrato que impedía al equipo enviarlo a Ligas Menores.
Pero independiente de esa cláusula, el cubano, a quien se le señalan deficiencias defensivas, se ganó su puesto a fuerza de batazos.
El domingo, con Juan Uribe padeciendo molestias en el tendón de la corva izquierda, Mattingly le dio al cubano la oportunidad de abrir como titular en la antesala.
Era la primera vez en su carrera que comenzaba un partido en Grandes Ligas y el muchacho aprovechó la ocasión, con sencillo, doblete y su primer jonrón, con cuatro carreras impulsadas. Un día después remolcó otras dos, incluida la decisiva en el cierre del décimo episodio.
Y contra toda lógica, a pesar de su bate caliente, el manager lo envió a la banca y trajo de nuevo a la alineación a Uribe.
El dominicano tiene una larga y digna carrera en las Mayores, pero atraviesa un mal inicio de contienda y más allá de cualquier nombre, un director debe aprovechar a sus jugadores más calientes y tratar de sacarle el máximo a ese momento.
Además, dirigir no se trata sólo de elaborar estrategias (algo en lo que Mattingly no califica entre los mejores), sino también hay que ser un poco maestro y psicológo, para poder manejar las diferentes individualidades de caracteres distintos, estimularlos a dar todo sobre el terreno, enseñarles que cada uno tiene un papel importante dentro del grupo.
Pero no. Al mandarlo a la banca de vuelta, Mattingly mandó un mensaje equivocado, que afortunadamente al cubano le resbaló sin hacer mella.
La respuesta de Guerrero fue contundente: en el cuarto inning lo enviaron a batear de emergente, con el marcador desfavorable 1-4 y un corredor en base y sacó la pelota del parque. Más claro ni el agua.

En dos partidos completos y un turno como sustituto, suma par de bambinazos y ocho carreras impulsadas.

Encima de eso, no ha lucido mal en la antesala, con todo y que es una posición que apenas comenzó a practicar durante los entrenamientos primaverales.

El muchacho ha sobrepasado las expectativas y merece más oportunidades. Mattingly debe aprovecharlo mientras le dure este impulso.

¿Y si no es cosa de unos días y ese es el paso que mantendrá en cada ocasión? Mejor para él y para el equipo. Quizás sea Guerrero, contra todos los pronósticos la estrella cubana de este año.

Aunque Mattingly tiene corta memoria y no quiere recordar que fue Yasiel Puig el que le salvó el empleo hace dos temporadas.

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