El Dios Evolución

Han pasado más de 160 años, desde aquel 24 de Noviembre de 1859, en que se publicó “El origen de las especies” de Charles Darwin, aquel naturalista que (de niño, según confesó) “robaba fruta para comerla” y de adulto ―talvez por esa culpabilidad reprimida―, escribió: “[Para la Biblia], las personas que no creen recibirán un castigo eterno, […] ésa es una doctrina detestable”.
Su teoría planteaba que todos los seres vivos aparecieron por azar, mutando desde formas simples a otras complejas, sin sentido ni propósito, por una supuesta “ley de selección natural” que regiría el destino de todos a modo de nuevo dios.
Tantos años después, ¿se ha comprobado la evolución? Definitivamente, no. Hay miles de registros fósiles y no existe el gradualismo (transición) que la teoría defiende. Lo único probado es que las especies se adaptan al contexto sin dejar de ser lo que son (algo engañosamente llamado “microevolución”).
Esperar que estructuras ultra complejas como el ADN, los ojos o el cerebro, aparezcan por azar, es literalmente imposible. Ni siquiera “como salen las cifras en los juegos de Monte Carlo”, como afirmaba pretenciosamente Jacques Monod. Es tan absurdo como imaginar que un chimpancé escribiría toda la Wikipedia si juega miles de años con una computadora.
Lo más contradictorio es que se afirma que todo es por azar, PERO “como resultado de leyes fijas”. Si todo es azar ¿cómo surge un mecanismo con propósito? Y si hay una ley con propósito ¿quién la diseñó? ¿Y por qué seres sin propósito buscan sobrevivir a toda costa? Nada de esto ha sido respondido por el dogma evolutivo, aunque sus acólitos le rindan culto celestial.
Sin embargo, hay teorías alternativas con mayor respaldo fáctico ―como la del diseño inteligente o el creacionismo científico― que se han satanizado. Y no sólo las teorías, sino a cualquiera que las sostenga. En 1995, el filósofo Daniel Dennett sugirió en su libro “La peligrosa idea de Darwin”, que los que enseñan a sus hijos a dudar del darwinismo deberían estar enjaulados en «zoológicos culturales» o vigilados por los gobiernos.
Darwin afirmaba que “la ciencia nada tiene que ver con Cristo”, pero en realidad no es así. Aunque el darwinismo no solucionó el problema del origen de las cosas, sí creó para este problema un nuevo dios. Un dios manipulable, impersonal y sin cuestionamientos. Un dios que, esperaba, le librara del castigo por su maldad: el dios evolución.

 

More than 160 years have passed, since that 24 November 1859, in which “The Origin of Species” was published by Charles Darwin, that naturalist who (as a child, he confessed) “stole fruit to eat it” and as an adult, perhaps because of that repressed guilt, wrote: “[For the Bible], people who do not believe will receive eternal punishment, […] that is a detestable doctrine.”
His theory posited that all living beings appeared by chance, mutating from simple forms to complex ones, without meaning or purpose, by a supposed “law of natural selection” that would govern the fate of all as a new god.
So many years later, has evolution been proven? Definitely not. There are thousands of fossil records and there is no gradualism (transition) that theory defends. The only proven thing is that the species adapt to the context while still being what they are (something deceptively called “microevolution”).
Expecting ultra-complex structures such as DNA, eyes, or brain to appear by chance is literally impossible. Not even “how do the figures come out in the Monte Carlo games,” as Jacques Monod pretentiously stated. It is as absurd as imagining that a chimpanzee will write the entire Wikipedia if you play thousands of years with a computer.
The most contradictory thing is that it is claimed that everything is by chance, BUT “as a result of fixed laws”. If everything is random, how does a purpose mechanism arise? And if there is a law with purpose, who designed it? And why are purposeless beings seeking to survive at all costs? None of this has been answered by evolutionary dogma, even if his acolytes give him heavenly worship.
There are alternative theories with greater factual support— such as intelligent design or scientific creationism, that have been demonized. And not just theories, but anyone who supports them. In 1995, the philosopher Daniel Dennett suggested in his book “The Dangerous Idea of Darwin”, that those who teach their children to doubt Darwinism should be caged in “cultural zoos” or monitored by governments.
Darwin stated that “science has nothing to do with Christ,” but it really isn’t true. Although Darwinism did not solve the problem of the origin of things, it did create a new god for this problem. A manipulative, impersonal and unused god. A god who, he hoped would free him from punishment for his wickedness: the god evolution.