“El Diario de Mi Vida”

“El Diario de Mi Vida”

Pláticas entre Padres...

“Papi,” dijo el niño con sudor en la frente, brillo en los ojos, las manos sucias de tierra, “voy a escribir un libro. Será ‘¡El diario de mi vida!’” ¿Qué sabe un niño de llevar un diario de la vida? Pues si yo no lo hubiera visto, no lo hubiera creído. Es un diario a manera de caricaturas. Cada página contiene un dibujo y una corta capción (mal escrita por supuesto, pero se entiende) del evento más sobresaliente de su vida en ese día en particular. Una página tiene el momento cuando recibe un certificado de reconocimiento por sus buenas notas el mes pasado. Ahí está la maestra, dibujada de tal modo que da risa y él muy feliz con su certificado al frente. Los dibujos dicen la verdad, pues en otro él está empujando a un niño que le había arrancado un librito mientras leía en el salón. La capción dice “Ariel me kito lirbo de cunetos.” En otro dibujo, el niño llega de tercer lugar en una carrera, con la capción, “Trecer lugr medaya di bronse.” Otra página lo tiene comprando unos carritos en la tienda con su alcancía abierta y pagándole a la cajera, y dice “Es me prpia fiera” [queriendo decir “feria”]. En otro está el dibujo de una amiguita del salón que se cayó de un columpio y se raspó la rodilla. Claro, el dibujo es más dramático que la realidad pues hay todo un charco de sangre que fluye de la rodilla de la niña. La capción: “Muuucha sanngre.”
¡Qué lindo ejercicio! A nosotros se nos olvidan estos detalles de la niñez. ¿Qué tal si al final de cada día escogiéramos un evento para dibujar como el evento sobresaliente del día? Pero con toda la verdad. Y, ¿qué capción le pondríamos? Es el diario de tu vida. Algunos psicoterapeutas dan ejercicios así para lograr un poco de paz cuando la vida te da muchos golpes y sorpresas. Pero ningún dibujo nuestro nos puede dar paz con Dios. Hay un solo dibujo. Ese dibujo lo pinta la Biblia con palabras. Es el dibujo de Jesús crucificado derramando su sangre por ti y por mí. Allí quedamos perdonados con sangre ajena. ¿La capción? “Mi sangre en vez de la tuya.” Y ese no es ningún drama ni exageración. ¡No hay otra verdad más grande! Allí quedaste perdonado, y para siempre.
Pero espera, hay otra hoja con otro dibujo. Ahí está el dibujo de la tumba abierta, con la gran piedra tirada hacia un lado. Frente a la tumba está Jesús resucitado, con manos en alto hacia el cielo. ¿La capción? “Gané el primer lugar a tu favor. ¡Mi victoria es tuya! ¡Créelo!”
La buena nueva es que los dibujos de Jesús reemplazan los nuestros, los buenos y los malos. De hecho, todo nuestro “diario” queda reemplazado con el Diario de la vida de Jesús. Y Dios lo hace por pura gracia. Sólo porque nos ama. ¿Lo crees?

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