El cinismo de Richardson
Por su parte, la bancada republicana, no ha sido muy condescendiente con sus logros y hazañas. Una vez que hizo su aparición en la política norteamericana, esta gente la ha tildado como una mujer consternada con el poder, avara con sus sentimientos y deseosa de conseguir sus objetivos sea como sea.
En otras palabras, los enemigos de Hillary la han catalogado como una mujer oportunista y sin un juicio político estable. “Se mueve por donde le conviene”, aseveran.
Las criticas de oportunista no sólo vino de lado conservador sino también desde su propio círculo y algunos fieles de su partido, particularmente desde el lado feminista. La criticaron por su postura endeble, de madre abnegada y sacrificada, durante el escándalo que produjo la relación de su marido con Mónica Lewinsky.
Cuando todo hacia suponer que el premio al oportunismo se lo iba a llevar Hillary Clinton, el gobernador de Nuevo México Bill Richardson apareció en la escena política y decidió poner su nombre en la lista de los condecorados.
Hay que reconocer que Richardson es uno de los personajes latinos más respetados y, por consiguiente, es uno de los más asediados cuando los políticos buscan alianzas internas.
A pocas horas del abandono de la contienda política presidencial, el ex presidente Bill Clinton personalmente se acercó a Richardson y le solicitó que apoyara la candidatura de su esposa. Aparentemente Hillary y gente también hicieron lo mismo.
La presión de los Clinton no era para menos. Durante los años de la administración Clinton, Richardson fue uno de los políticos más consentidos del ex presidente. En 1997 Clinton le ofreció el puesto de embajador en las Naciones Unidas. Luego, al año siguiente fue nombrado Secretario de Energía. Estas posiciones fueron un verdadero trampolín en su próximo reto. En noviembre de 2002 ganó las elecciones de gobernador de Nuevo México.
Richardson dice que sus metas las adquirió por méritos propios, pero se olvida que sus logros fueron también el resultado de la ayuda que le brindó el ex Presidente Clinton.
Como es lógico suponer, Hillary esperaba una retribución por parte de Richardson. Éste nunca tomo una decisión en el momento crucial y apropiado. Su respuesta de apoyo duró no sólo semanas sino meses después de su salida de la contienda presidencial.
Muchas personas importantes del acerbo político latino y algunas estrellas latinas de Hollywood se habían inclinado hacia el equipo de la ex primera dama y muchos también esperaban que Richardson hiciera lo mismo.
Cuando Hillary arrasó con el “Big Tuesday” en California y New York, los medios de comunicación y analistas políticos todavía no pudieron predecir al vencedor de la contienda demócrata. Entonces, Richardson decidió esperar otras semanas y ver si los resultados de las elecciones de Texas y Ohio lograban un finalista claro. Estas elecciones tampoco decidieron al futuro candidato. Richardson nuevamente ocultó su apoyo.
Una vez que Barack Obama relució como posible vencedor, Richardson recién apareció en la escena política con un nuevo “look”, una barba que le da un parecido a Judas, el personaje maléfico del Nuevo Testamento. Decidió que su gallo era Barack Obama y no Hillary Clinton.
A estas alturas, el voto de Richardson no sirve para nada. Sólo hace lucir su falta de ética política y falta de respeto al electorado demócrata.
Nadie esperaba una decisión repentina apoyando a Hillary Clinton. Sin embargo, los demócratas querían que su decisión fuera tomada en un momento más adecuado, tal y como lo hicieron muchos políticos en la comunidad latina. Richardson fue uno de los tantos que esperó hasta que el banquete ya estaba servido. ¡Qué vergüenza!
Dr. Humberto Caspa es profesor adjunto en la Universidad de California, Irvine. Autor del libro: “Terror en el barrio latino: La llegada de la nueva derecha al gobierno municipal.” E-mail: hcletters@netzero.com