EL CASTIGO POR EL ABORTO

(Segunda de 3 Partes)

Por Jorge Hugo García

Doctor en Psicología

Al interrumpir un embarazo, llámesele como se le llame, se está eliminando una vida y un futuro en ciernes. Pero en la naturaleza vivimos a costa de la vida o el sacrificio de otros. Esa ha sido la historia de todos los seres desde el primer instante de la creación.

Manipulamos, utilizamos, engañamos y violentamos a los demás para lograr nuestros propósitos y asegurar nuestra supervivencia. El aborto de un ser humanos desde luego que es un asesinato, como lo es dejar que mueran millones de niños en las guerras o miles que viven sin padres en las calles.

La solución no radica solamente en la educación informativa y promoviendo campañas para prevenirlo, el problema es social, moral, familiar, económico, etc. La economía es precaria y no alcanza el dinero porque la riqueza no esta bien repartida. Han fallado las teorías económicas, ya que han olvidado el humanismo para caer en la usura globalizada, que va llevando paulatina pero inexorablemente a centrar la riqueza en unos cuantos en perjuicio de millones.

Tampoco son suficientes los métodos anticonceptivos para frenar los embarazos indeseados, ya que producen efectos secundarios como la obesidad y la migraña, que afectan la estabilidad mental y emocional de la mujer, al modificar su equilibrio hormonal y dejar por años depósitos tóxicos en su sistema glandular. Pero esto se ha ocultado por los grandes laboratorios a favor de sus fabulosas ganancias.

Los legisladores mexicanos se han dedicado más a penalizar y menos a comprender la nueva realidad. Muchas de las bases del Derecho actual fueron útiles en la edad media pero no en el presente. No se ha buscado reeducar o reformar al delincuente o criminal, se busca el castigo al físico del infractor como si esto remediara el daño, pero se olvida el perjuicio causado a su cuerpo y a su psiquis, que a la postre le provocará un cambio de conducta y criterios.

No existe diferencia entre el aborto y las guerras civilizadas y ‘quirúrgicas’ emprendidas por la coalición de los poderosos. Tampoco se exculpa a los medios que han sido pagados para minimizar la matanza de inocentes que viven dentro de las fronteras de un régimen político y religioso diferente. El poder económico corrompe por medio de la usura, y el poder religioso con el fanatismo, ya que sus justificaciones siempre se acomodan a sus propósitos. Las bajas en estas masacres ya están calculadas de antemano como ‘casualidades’.

No se trata de legislar una ley simplista o lanzar sermones morales para evitar la desintegración de la sociedad. No se trata de ejercer la intolerancia, sino de la compasión. No se trata de castigar a ciegas el delito, sino de comprender las atenuantes de cada víctima y luego opinar en consecuencia con serenidad y justicia.

Urge dejar las posturas extremistas en donde sólo se observa la lucha del poder judicial contra la moral religiosa, y en donde se ha dejado de lado intentar comprender las aterradoras razones personales y muy válidas de la mujer. Urge llegar a un término medio acordado, y no la aplicación literal de la ley en crimen y castigo. Urge evolucionar hacia una realidad inmediata porque el futuro ya se nos vino encima.

Para que haya un embarazo se necesitan de un hombre y una mujer. ¿Porqué la ley sólo contempla castigar a la mujer haciéndola responsable de su embarazo? Si se va a ser justicia también el hombre debe cargar con el delito y el consiguiente castigo. Un aborto siempre será responsabilidad de ambos. Lo correcto o incorrecto de este evento será de acuerdo a los conceptos civiles y morales que cada cual haya decidido adoptar. Pero con tiempo, ambos en forma directa o indirecta sufrirán las consecuencias.

Las excomuniones y los castigos con multas y años de prisión no resolverán el problema, ni tampoco impedirán que miles de mujeres continúen abortando. Los límites de 12 semanas impuestos por la Ley mexicana no reducirán los abortos clandestinos de las semanas siguientes. ¿Y ahora, qué hacemos?

Muchas mujeres, más de las que se supone, se han enfrentado a este dilema. Por ello, para brindar ayuda emocional y psicológica a quienes han sufrido esta situación en cualquier época de su vida, la Clínica de Psynética cuenta con las únicas terapias psicológicas que permiten a las víctimas de ese conflicto, liberarles de la culpa en pocos minutos, permitiéndoles recuperar el equilibro y la paz emocional que define a una vida plena.

Sus comentarios al (664)-680-2592; jorgehugo_garcia@yahoo.com.mx. Visite: www.psynética.com. Gracias.

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