
El Cafecito
Estamos en víspera de la Navidad, y entre las prisas y el correteo, entre los regalos y la cena familiar, detengámonos un momento a meditar en la razón por la que hacemos todo ese ajetreo. Es tan fácil en esta era de consumismo y de vida apresurada, perder el gozo en aquello que hacemos.
“y dio a luz a su primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre…” Lucas 2:7 La gran ironía, el Salvador del mundo, el Unigénito del Padre, el Rey de reyes, vendría a nacer en un establo y a posarse sobre un pesebre, ese recipiente diseñado para alimentar al ganado. A María no le importo en donde era, porque para ella lo que contaba era que esa noche podría acunar al fruto de su vientre. Quizá José se sintió frustrado por no haber encontrado algo más digno, pero estoy segura que al ver el rostro del niño, todo el estrés se le fue. A Dios no le preocupó que Jesús no nacerá en un castillo ni en cuna dorada, lo que para él era importante es que había escogido bien a quienes le iban a criar.
A veces nos afanamos demasiado en las cosas menos importantes. ¿Qué importa si ya no había pavos en la tienda? ¡hornea dos pollos! ¿Qué importa si no hallaste el juguete que tu hijo te pidió, ¡lo que importa es que estén juntos!
Esta Navidad, propongámonos disfrutar cada momento recordando lo más importante. Esta Navidad, volvamos al pesebre, a ese lugar donde reinaron la humildad, la alegría y la gratitud. Esta Navidad demos gracias por aquellos que amamos y están con nosotros, demos gracias por los que se fueron, demos gracias porque el 2019 será mejor. Que Dios les bendiga y nos vemos en el próximo cafecito. (Extraído del Blog El Cafecito de America Figueroa).
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