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Educación y Estado…

En muchos países de América latina, estar en el aula no implica necesariamente aprender, esto se aprecia cuando analizamos las habilidades de los niños en relación a las condiciones familiares, la necesidad de trabajar desde la infancia, el clima de la escuela y la calidad docente; esta combinación da forma a experiencias escolares muy diferentes, aunque la mayoría de ellos cuente en las estadísticas como “escolarizado”.
Este es el resultado de las mediciones de la última entrega del Atlas de las desigualdades educativas de América Latina, una iniciativa del IIPE-Unesco y la OEI, que toma en cuenta los resultados de las pruebas de un estudio de aprendizaje en 16 países Latinoamericanos (norte, centro y sud américa) .
El estudio del IIPE utilizó estos dados para comparar actividades de enseñanza en matemática (reconocimiento de objetos, solución de problemas simples y solución de problemas complejos) que mostro desigualdades persistentes, en la mayoría de las propuestas de ejercicios para memorizar conceptos matemáticos y hacer operaciones con solución de problemas simples y complejos, reflejando resultados que dejan mucho que desear.
Los resultados permiten agrupar a los países por los resultados educativos, en un extremo, Cuba tiene el mejor desempeño en todos los tipos de ejercicios, que en algunos casos llegan al 70% de respuestas correctas, luego siguen Chile, Costa Rica, México y Uruguay, cuyos valores de respuestas correctas se acercan al 60%, continúan Perú, Colombia, Brasil y Argentina, con una proporción de respuestas correctas que supera el 50%, y en cuarto lugar Guatemala, Nicaragua, Ecuador, República Dominicana, Panamá y Paraguay, donde los alumnos alcanzan con éxito entre el 45% y 40% de los ejercicios propuestos.

¿Qué factores influyen
para estas desigualdades?
No hay duda que el contexto social, económico y cultural es el ámbito con mayor influencia en el aprendizaje, donde el contexto educativo del hogar, el clima social y la dedicación pedagógica, influye en su historia escolar. Así también la asistencia a preescolar presenta una asociación positiva, mientas que la repetición del grado tiene un efecto negativo en los aprendizajes posteriores, por esa razón es necesario reiterar en la agenda de prioridades a la escuela primaria, ya que el déficit que allí comienza, se vuelve difícil de sobrellevar a lo largo de la trayectoria educativa. Debe analizarse detenidamente la reducción de la “repitencia” y la mejora de los aprendizajes, en términos de la exigencia cognitiva de las tareas que se proponen a los estudiantes, ya que la falta de base educativa lleva a que aquellos que ingresan al nivel secundario no puedan concluirlo, donde los problemas de abandono son aún muy importantes, incluso en ocasiones la mejora en los resultados de aprendizaje se hace a expensas de los adolescentes que abandonan la escuela secundaria.

Garantizar la educación
no es mejorar la educación.
Garantizar el acceso de niños y jóvenes al sistema educativo en todos sus niveles es, desde hace tiempo, una política prioritaria para la mayor parte de los países de América Latina, incluso muchos apuntan a universalizar los niveles inicial y medio, pero garantizar el derecho a la educación no suficiente, el sistema no siempre recibe a los alumnos con educación de calidad, la oferta educativa varía según se trate de escuelas urbanas o rurales, según atienda a población de bajos ingresos (la más pobre) o clase alta (la más rica).
Transitar por la escuela sin aprender es un modo de discriminación y exclusión, los títulos y credenciales formales de poco valen sin una adecuada adquisición de saberes que habiliten posteriormente a un buen desarrollo en la sociedad del conocimiento, y los estados tienen obligación no sólo de garantizar el acceso formal de niños y jóvenes al sistema, sino el acceso real a una educación útil para su desarrollo social.

Las obligaciones del Estado
Se distinguen cuatro obligaciones fundamentales del Estado, que componen el derecho a la educación.
En su conjunto, conforman el conocido esquema de las cuatro A:
1.-Obligación de “asequibilidad”, satisfaciendo la demanda educativa.
2.-Obligación de “accesibilidad”, garantizando el acceso a la educación sin discriminación.
3.-Obligación de “aceptabilidad”, asegurando la adecuada calidad de la educación.
4.-Obligación de “adaptabilidad”, moldeando la educación a las diferentes capacidades de los alumnos.
El derecho a la educación es, entonces, el derecho a acceder, permanecer y egresar de una escuela que ofrezca educación de calidad, respetando la diversidad cultural y las necesidades de cada grupo y alumno, sin discriminación de ningún tipo. Es el derecho a adquirir los saberes, valores y experiencias que constituyen nuestro patrimonio cultural.
Para esto, los diseños de políticas deben acompañar la búsqueda de eficiencia interna (aumento de alumnos matriculados, bajando la deserción y repitencia) con estrategias para la mejora del rendimiento académico, políticas que apoyen a las jóvenes generaciones para que se gradúen en tiempo y forma.

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