Cuando se pierde un amor

Marisela García Gardéa

Psicóloga de Psynética

Cuando se termina la relación, por la causa que sea, la mente repasa obsesivamente el pasado, y los estados de ansiedad, soledad y depresión atacan sin piedad a la mente. La ensoñación evoca los recuerdos que no volverán.  La mente no puede entender las razones del corazón porque el sufrimiento nubla el entendimiento.

Los efectos de la pérdida los sufrirá el cuerpo creando una serie de malestares con síntomas bien definidos: náuseas, palpitaciones, opresión en la garganta y el pecho, nudo en el estómago, dolores de cabeza, insomnio y fatiga.  Las emociones reprimidas, que no manejamos con inteligencia emocional, se van convirtiendo en enfermedades psicosomáticas, a lo largo de la vida. 

La pérdida se nota también en nuestras conductas: cambios de humor, incoherencia al hablar, irritabilidad y tristeza, que no se puede ocultar a los demás. Cada persona comenzará a dejar ir esta etapa, de acuerdo a su carácter.  Contribuyen factores como la auto estima,  inteligencia emocional, y valores espirituales.

Pasar a una etapa más sosegada, depende mucho de la apreciación mental que hagamos de la pérdida. Los sucesos traumáticos y a conducta de esa otra persona  nunca debe definir nuestra conducta. Son nuestras dependencias, necesidades de amor, expectativas irreales y el complejo de víctima, lo que mantiene por largo tiempo el dolor de la pérdida.

Para cambiar a una conciencia de superación hay que aprender a reconocer la diferencia entre justificar y validar sentimientos.  Justificar sentimientos es usar nuestra razón para darle validez a nuestra infelicidad presente.  Buscamos en el pasado la explicación a nuestras desdichas. Cada vez que vamos al cuento, nuestra mente y nuestras emociones encontrarán las “razones” para seguir  con el coraje, la desilusión y el dolor, grabados en la conciencia de pérdida. 

Validar sentimientos significa que estamos  bien conscientes del dolor que todavía sentimos.  Precisamente, porque sabemos su impacto en la conducta total, no queremos sostenerlos  en el pensamiento ni aumentarlos con evaluaciones estériles.  Los validamos con aceptación para no ir más al pasado;  ese ir y venir a la conciencia de pérdida agota y desanima. 

Necesitamos desarrollar unas frases que nos recuerden que ya no queremos sufrir por lo mismo: “Se acabó”.  Tener la creencia que sí podemos superar con auto estima cualquier situación.  El poder radica en alinear mente, cuerpo y espíritu. De la relación transpersonal recibimos consuelo, fortaleza y sabiduría.  Estemos dispuestas conscientemente a aprender las  lecciones y enfocar la mente en metas y planes de auto cuido y auto capacitación. 

No hay dolor que no traiga una bendición; búscala en tu vida en el momento presente. ¿Te conoces más; tienes hoy más fortaleza; estás más consciente de tus necesidades de afectos; has encontrado tu propósito de vida en ayudar a otros a superarse? Recuerda nuestra herencia humana-divina es el amor y no el dolor. 

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