Cuando no tienes ni sueño ni descanso

Hay tres tipos de insomnio: el insomnio de conciliación, que presenta dificultades para conciliar el sueño; el insomnio de mantenimiento, cuando se logra dormir a tiempo pero resulta muy difícil mantenerlo durante la noche; y el insomnio terminal, cuando la persona no tiene dificultades para comenzar a dormir, pero se levanta más adelante, en la noche, y no puede volver a descansar.

Para tratar el insomnio debe acudir antes a la raíz del mismo. Generalmente, hay una causa psicológica que lo provoca, como preocupaciones, ansiedad, depresión o estrés,  pero también puede haber un origen neurológico en este mal, que usualmente viene acompañado por otros síntomas físicos.

HIGIENE

Existen numerosos tratamientos para el insomnio pero, antes de recurrir a los farmacológicos, la mayoría de los doctores recomiendan adquirir ciertos hábitos de higiene antes de acostarse. Dormir únicamente lo necesario para un despertar descansado; establecer horarios para dormir y seguirlos de manera estricta, utilizar la cama únicamente para dormir; no acostarse a dormir hasta se tengan verdaderos deseos de ello; controlar que los sonidos externos a la habitación, la suficiente penumbra y la temperatura de la habitación sean las adecuadas para conciliar el sueño.

El televisor y el ordenador se deben ubicar fuera de la habitación, de lo contrario el cerebro se acostumbra a la estimulación de estos aparatos y comienza a esperarla cuando se está en dicho lugar, dificultando así la conciliación del sueño.

También se recomienda un cuidado especial en la dieta antes de acostarse. No en vano, es preferible no comer ni beber en exceso antes de dormir. También se debe evitar consumir café, té, refrescos de cola, alcohol y no fumar antes de acostarse. Ciertos medicamentos como los antigripales y antitusivos pueden alterarla calidad del sueño, así que deben ser tenidos en cuenta en el paciente con problemas de insomnio. El consumo de cafeína debe suspenderse por lo menos ocho horas antes de acostarse e igualmente es recomendable dejar de fumar, ya que la nicotina es un estimulante.

INFUSIONES

Sin embargo, existen refrigerios que pueden hacer más fácil la conciliación del sueño. Infusiones como la tila alpina o la manzanilla así como la leche caliente con miel son excelentes aliados para asentar el cuerpo y prepararlo adecuadamente al descanso.

Hacer ejercicio es recomendable para combatir el insomnio. Sin embargo, es conveniente no practicar deporte en horas cercanas al sueño, ya que puede ser contraproducente y mantener el organismo demasiado activo para dormir convenientemente. La actividad deportiva a horas regulares y con asiduidad es una alianza efectiva para dormir como un bebé.

El tratamiento con medicamentos se ofrece cuando se ha hecho evidente que el manejo de los hábitos es adecuado y el insomnio persiste. Según expertos de la página especializada www.abcmedicus.com, se suelen utilizar hipnóticos del tipo benzodiacepinas, o bien los medicamentos conocidos como antidepresivos, con efecto sedante. Igualmente existen medicamentos que se utilizan para los episodios de alergia pero que tienden, como efecto secundario, a producir somnolencia.

PELIGROSA AUTOMEDICACIÓN

Es aconsejable ingerir medicamentos contra el insomnio siempre bajo prescripción médica y nunca bajo la peligrosa tendencia a la automedicación, ya que se puede caer en la adicción o el abuso de estas sustancias.

Cuando se agotan las vías convencionales para el tratamiento del insomnio, se puede recurrir a pruebas más especializadas y exhaustivas como el registro del sueño profundo, los exámenes psicológicos o los exámenes de tiroides (tipo TSH, T3, T4).

En algunos casos poco frecuentes, es posible que el médico remita al paciente a un especialista en medicamentos para el sueño, quien llevará a cabo un estudio del sueño, conocido en la jerga médica como polisomnografía. Esta prueba se enmarca dentro de los estudios destinados a conocer la estructura del sueño (insomnio, hipersomnia diurna, sueño fragmentado) y la presencia de fenómenos anormales como pueden ser apneas (paradas de respiración), movimientos anormales, sonambulismo u otros.

Para la polisomnografía se colocan sensores de las distintas funciones corporales que van a ayudar a determinar cómo es el sueño y si hay fenómenos anormales. Según los síntomas y las enfermedades que se sospechen se usarán unos electrodos u otros. A veces se registra la imagen en vídeo, o la temperatura, presión esofágica o pH esofágico.

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