Crisis del sábado en la noche

Analía es uruguaya y tiene 34 años. Se casó con Isael, cubano de 39, hace dos años, en Fairfax, Virginia. El choque cultural era una crónica anunciada. “La primera crisis de pareja que tuvimos fue al mes de casados, cuando un sábado me dijo que iba a tomar unos tragos con unos amigos. Y me lo dijo a las siete de la noche, cuando yo estaba lista para que saliéramos”, cuenta Analía.

Amor ¿en grupo?

En la mente rioplatense de Analía, y de muchas mujeres de distintas partes del continente, sábado es sinónimo de pareja. Si estás casada, es el día de la semana en el cual se va a comer, a bailar en grupo. O simplemente se sale con el hombre amado vistiendo las mejores ropas para pasarla bien.

Pero el sábado también es el momento en el cual los solteros saltan a la aventura, amparados en el sueño placentero de un domingo sin despertadores. Es, tal vez por eso, un día de alto riesgo. “Así como el domingo es una jornada familiar y de recogimiento por definición, el sábado es un espacio de mayor libertad para cometer pecados”, asegura terapeuta familiar Mariana Diamante.

De ahí surge el conflicto de pareja. “Volvió a las cinco de la madrugada, ebrio. A casi dos años, sigo sin entender cómo un hombre casado puede estar solo en una discoteca un sábado a la noche”, reflexiona Analía, quien optó por negociar con su esposo un “día permitido” cada mes, en la que él sale con sus amigos, sin conflicto. “Una noche sobre la que no quiero enterarme de nada”, finaliza Analía.

En el conflictivo tema de los sábados, Diamante explica que lo esencial es que las dos partes estén conformes cuando se trata de un pacto de pareja. “No sirve de nada que la mujer negocie y se quede esperando como una madre preocupada a que vuelva su niño”, asegura.

Domingo deriva de “dominicus”, día del Señor. Y aunque el sábado originalmente también era un día de descanso, la organización de la vida moderna alteró el orden cósmico y lo colocó como un día con muchísimo más movimiento.

“No me importa lo que haga un viernes, pero el sábado es mío”, asegura Viviana Roque, de 32 años, española en concubinato “cama afuera” con Steven, un estadounidense de 30. En su pacto de pareja, Viviana sale con sus amigas, a beber y a bailar, los viernes. Steven también, pero ambos van a lugares distintos. Sin embargo, el fin de semana es sagrado: sábados solos, domingos con los padres de ambos. La libertad de los viernes, dicen, está basada en la absoluta confianza que se tienen.

¿Cuál es la fórmula perfecta? “En cualquier conflicto, definitivamente la mejor solución es aquella que favorece la pareja y ofrece tranquilidad a la relación”, define la autora Robin Norwood en un párrafo de “Las mujeres que aman demasiado”, uno de los mayores best sellers de autoayuda que desentraña la forma de amar de las mujeres.

Mientras tanto, muchas se encuentran en “estado de alerta”. Como Ana, quien, vencida por la obsesión, no puede dejar de oler camisas y calcular tiempos y lugares cuando su novio Mario “la deja sola” por unas horas sábado por medio porque “todo hombre necesita un espacio de soledad sentado solo en la barra de un bar”.

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