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“Con el Demonio no se dialoga”…

“Porque hermanos y hermanas metámoslo en la cabeza, con el Demonio no se dialoga” Papa Francisco

El Papa Francisco recorrió México de punta a punta, pidió perdón a los indígenas olvidados de Chiapas, en el sur, y bendijo a los que “sueñan” con cruzar el Rio Bravo, en el norte, se arrodillo frente a la Virgen de Guadalupe y abrazo a los niños enfermos en los hospitales. Para todos tuvo palabras de amor y esperanza.
Pero la homilía que quedo repicando en mi cabeza, y que trasciende las fronteras mexicanas, para repercutir en cada ciudad y pueblo latinoamericano,  fue la que pronuncio en la Misa del Centro de Estudios de Ecatepec, el domingo 14 de febrero, donde hablo de las Tres Tentaciones de Jesús y las traslado a este siglo XXI.
El Papa Francisco dijo: “La primer tentación es la Riqueza, adueñándose de bienes ajenos… esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura y sufrimiento…  en una sociedad corrupta ese es el pan que se le da de comer a los propios hijos”.
El Papa Francisco agrego: “La segunda tentación es la Vanidad, esa búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que no son como uno. La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdona a los demás”.
El Papa Francisco asevero: “La tercer tentación, la peor, es la del orgullo, o sea, ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la común vida de los mortales, y que reza todos los días: Gracias te doy Señor porque no me has hecho como ellos”.
No es casual que el Papa Francisco pronuncie esta palabras en Latinoamérica, donde la corrupción supera los 40 mil millones de dólares anuales, y su poder corrompe a quienes alcanza, y es capaz de comprar políticos, policías, abogados, militares, gobernantes, e inclinar la balanza a la hora de tomar decisiones y elaboración de leyes para gobernar los países.
Las consecuencias de la corrupción se ve en los hospitales sin medicamentos o con medicamentos vencidos o falsificados, niños y ancianos que mueren por falta de asistencia, escuelas mal equipadas, estudiante que retrasan su aprendizaje por falta de libros, computadoras y elementos educativos, rutas intransitables y puentes a punto de caer por falta de mantenimiento, áreas tomadas por el narcotráfico, crecimiento de la delincuencia juvenil, incluso guerras y sinnúmero de derivaciones que resultan por el desvío del dinero público a los bolsillos de los políticos de turno.
Las Tentaciones del siglo XXI, a las que se refiere el Papa Francisco, nos demuestran las conexiones entre el narcotráfico y los poderes políticos corruptos, donde la Vanidad y el falso Orgullo deterioran el desarrollo sostenible de los países. Es hora de comprender que sin la corrupción y el soborno, no existirían millones de mujeres, niños y hombres víctimas de la trata de esclavos, no podrían comercializarse miles de armas que llegan a manos de los violentos, ni las toneladas de drogas ilícitas llegarían a sus consumidores.
“Con el Demonio no se dialoga”, alerta el mensaje del Papa Francisco, porque Latinoamérica necesita políticos que representen al pueblo y no a los intereses de turno, necesita políticos decentes que piensen en el país antes que en sus bolsillos, necesita ciudadanos educados en modernas universidades, necesita seguridad para todos los habitantes aunque no puedan pagar guardaespaldas personales, necesita acortar la brecha entre ricos y pobres, necesita proteger a los ancianos, y por sobre todo necesita preparar a sus niños y jóvenes para transitar en este siglo XXI que, con una globalización caníbal, se devora a la población que no está preparada para la batalla, donde el petróleo y las materias primas no importan, y lo único relevante para el crecimiento de un país es su pueblo, y lo más importante es la educación de su gente.

Y como dice el Papa Francisco:
“Vale la pena que nos preguntemos: ¿Hasta dónde somos conscientes de estas tentaciones en nuestra persona, en nosotros mismos? ¿Hasta dónde nos hemos habituado a un estilo de vida que piensa que en la riqueza, en la vanidad y en el orgullo está la fuente y la fuerza de la vida? ¿Hasta dónde creemos que el cuidado del otro, nuestra preocupación y ocupación por el pan, el nombre y la dignidad de los demás son fuentes de alegría y esperanza para vencer esas tentaciones?… Recuerden… Hemos optado por Jesús y no por el demonio”…
Hasta la semana próxima

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