1- Personajes Principales
El comienzo del relato es un momento delicado porque debemos captar la atención del lector. Hay muchas formas de hacerlo, pero en ese momento debemos incluir a nuestro personaje principal, porque si eso no ocurre el lector podría confundirse y creer que algún personaje secundario es el principal. Normalmente el lector se identifica con el personaje principal y quiere hallarlo rápidamente para saber cómo y a quién prestar mayor atención. Intente mostrar alguna emoción del personaje, eso le servirá para darle profundidad, para caracterizarlo, sin necesidad de describirlo completamente. Ese es un punto importante, no lo haga de forma descarada, sensiblera ni gratuita, la inclusión debe ser natural, si no es así recomponga la escena hasta conseguirlo.
2-La vida privada del personaje
No hace falta informar al lector hasta del más mínimo detalle de la vida de los personajes. Tanto utilizando un narrador omnisciente como uno testigo, como uno en primera persona, tanto les da, son capaces de entrar a describir cada cosa sin importancia que hace o le sucede al personaje. Uno se queda pensando, me lo contará por algo; pero uno deja de pensar eso cuando, acabada la novela, tiene que tirar a la papelera todas esas notas mentales que el autor novel le ha ido dejando con todas esas cosas que le ha contado para nada o, peor aún, para rellenar. La narrativa es otra cosa. Incluso cuando se narra a través de un narrador cámara, incluso entonces, la narrativa es otra cosa. Se escribe para contar la diferencia, lo singular, lo excepcional, de lo demás, los lectores ya tenemos suficiente cada uno en nuestra vida cotidiana como para ir a buscar más en un libro.
3-El Personaje principal
se vuelve pasivo
Eso suele suceder generalmente porque al cabo de poco tiempo en que nos hemos sumergido completamente en la elaboración de la obra, los personajes suelen cobrar “vida” en nuestro interior y algún personaje secundario toma mayor relevancia. Puede que sea porque el personaje principal ha dejado de gustarnos o justamente porque alguno de secundario nos agrada más o encontramos que la obra mejora o da más juego con ese personaje. Es fácil que suceda así, pensemos que los personajes que actúan de contrapunto del principal, suelen ser los “malos de la película” y estos son, en la mayoría de los casos, mucho más atractivos. Debemos entonces repasar el texto (las escenas) y ver dónde el personaje se vuelve pasivo y devolverle la fuerza perdida o reestructurar la obra para tener más de un personaje principal, esta solución es un poquito más complicada, pero la experiencia vale la pena.
4-Personaje con mente brillante
Muchas veces queremos destacar la inteligencia de un personaje, porque la trama o el autor tienen la necesidad, que uno de ellos destaque por encima de los demás. Ciertamente es un objetivo difícil, pero por eso precisamente hay que aplicarse más todavía en sacarlo adelante con brillantez.
El camino elegido por el autor para buscar esa brillantez (la suya propia y la del personaje) es el de poner en boca de este deducciones o reflexiones aparentemente brillantes, pero puede pasar que lo brillante para el autor no lo es para el lector, quien las “adivina” rápidamente. El efecto que esto causa en el relato es demoledor, ya que los demás personajes quedan como verdaderos ignorantes, porque el lector no comprende que si el se dio cuenta porque los otros no lo hicieron y el personaje que iba para brillante que estigmatizado y probablemente abandonado por el lector.
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Hasta la próxima semana…
Cesar Leo Marcus