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Atentado contra Obama está latente

La especulación es uno de los centros de atracción de los tabloides. Los periódicos y los canales televisivos considerados “serios” no se han quedado atrás y, de vez en cuando, particularmente en sus apartados de entretenimiento, han estado incluyendo informaciones especulativas.

Lo cierto es que un posible atentado contra el candidato demócrata Barack Obama ha colmado la especulación de propios y extraños.

Tales preocupaciones no son exageradas. Si Barack Obama fuera elegido como presidente de Estado Unidos, su llegada a la Casa Blanca sería un golpe profundo al status quo social y político de este país.

A algunos grupos e individuos ultra-conservadores y reaccionarios, como los Ku Klux Klan, el grupo cabezas rapadas y organizaciones separatistas raciales, no les importa un cambio institucional. Por el contrario, a esta gente le interesa que las condiciones sociales se mantengan tal como están o que vuelvan a sus formas iniciales de discriminación.

Obama –hasta cierto punto Hillary Clinton— representa un cambio abismal entre las relaciones sociales de los grupos minoritarios y la mayoría dominante (norteamericanos de ascendencia europea).

Si nos remontamos al pasado, la discriminación y los prejuicios étnico-raciales fueron las bases de las instituciones, procesos y las políticas del gobierno de este país.

Con el afán de estratificar a los que no tienen de los que tienen, los grupos sociales dominantes forjaron lo que hoy se conoce como discriminación institucional. Por ejemplo, durante el periodo de la colonia y luego en la república, la discriminación no sólo afloró contra la población negra, sino también contra grupos nacionales y poblaciones de inmigrantes de Europa del Norte, Oriental y del Mediterráneo.

Uno de los primeros grupos que sufrió este tipo de discriminación fue la colonia irlandesa. A mediados del siglo XIX, una plaga mortífera dejó en la ruina económica a muchos campesinos irlandeses dedicados al cultivo de la papa. Este desastre natural motivó a miles de familias irlandesas a emigrar al nuevo mundo por motivos económicos o de sobrevivencia. Algunos salieron con destino a Canadá, pero la mayoría terminó en tierras estadounidenses. En su arribo a territorio norteamericano, los colonos los recibieron con los brazos abiertos. Empero, a medida que otros miles de irlandeses buscaron refugio, los gobiernos locales inmediatamente restringieron el acceso en los puertos y ciudades, revirtiendo el proceso de migración y creando un ambiente de discordia y pesadumbre contra los recién llegados.

Además, los colonos crearon mallas invisibles alrededor de sus vecindades para no sentir la cercanía de los irlandeses y otros grupos sociales considerados de clase baja.

Asimismo, los polacos, italianos, portugueses y otros grupos nacionales y étnicos de Europa Oriental y del Sur pasaron por los mismos procesos de discriminación.

Fue la Segunda Guerra Mundial la que virtualmente finiquitó la discriminación contra los inmigrantes de ascendencia europea.

Sin embargo, la guerra no cambió el estatus social de los grupos minoritarios de Asia, América Latina y los afroamericanos. Por el contrario, la discriminación contra estos grupos se recrudeció notablemente en la segunda mitad del Siglo XX.

A raíz del prejuicio y conductas racistas por parte del grupo dominante, la sociedad norteamericana mantuvo un periodo de segregación institucional en las escuelas, los restaurantes, iglesias y en otros lugares públicos y privados. El hostigamiento y la crítica contra los grupos minoritarios aumentaron durante periodos de recesiones económicas.

Así, la incorporación de un líder negro en el gobierno rompería con los lazos de discriminación institucional y sería un balde de agua fría para los grupos dominantes. Así como Evo Morales de Bolivia rompió con los hitos de iniquidad contra los indígenas de su país, Barack Obama quebrantaría algunas prácticas discriminatorias contra la gente morena de Estados Unidos.

En este sentido, no se puede descartar que algún individuo con problemas patológicos y sociales quiera coartar un proceso de cambio inminente en la sociedad norteamericana.

Por eso un atentado contra Obama no puede ser descartado, sino considerado con mucha delicadeza y conciencia. Su protección nunca deben considerarse una exageración. Es una decisión eficaz ante un peligro latente.

Dr. Humberto Caspa es profesor adjunto de Ciencias Políticas en la Universidad de California, Irvine. E-mail: hcletters@netzero.com

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