Aromacología o Psicología de los Aromas

Aromacología o Psicología de los Aromas

La aromacología o psicología de los aromas es una ciencia joven que estudia la relación entre los aromas y las modificaciones que estos provocan en nuestro estado de ánimo. La aromacología se centra en el impacto que producen los diferentes olores, teniendo en cuenta las distintas reacciones emocionales que causan en nuestro comportamiento.
Es necesario diferenciar entre aromaterapia y aromacología. La aromaterapia es un complemento terapéutico que se centra en el uso de aceites esenciales para la prevención y tratamiento de enfermedades y, por tanto, la obtención de resultados a nivel fisiológico. Sin embargo, la aromacología se concentra en los beneficios psicológicos que algunos aromas nos pueden aportar.
Mientras la aromaterapia se basa en la utilización física de los aromas naturales mediante la aplicación de masajes o la ingesta, en la aromacología se utilizan fragancias sintéticas y perfumes, junto a aceites esenciales, y se estudia la reacción de nuestro sistema nervioso cuando se expone a los diferentes aromas, por lo que no se encuentra encorsetada por las limitaciones naturales de las esencias.
La ciencia de la aromacología nace en Japón a principios del siglo XX, cuando comienzan los estudios en laboratorio de los principios activos de los aromas naturales producidos por plantas, analizándolos y llegando a aislarlos. Ya en la década de los 70, se acuña la denominación de aromacología para separarla de su progenitora, la aromaterapia. A partir de ese momento, va tomado forma una rama científica que se centra en el estudio de cómo los aromas afectan a nuestro estado de ánimo y, por ende, a nuestro comportamiento.

¿Cómo funciona la aromacología?
Uno de los sentidos más estudiados en las últimas dos décadas, con interesantes resultados, es el olfato. Así, las sensaciones que originan diferentes aromas y las reacciones que producen en nosotros han quedado al desnudo mediante diferentes experimentos. De esta manera, muchas de las investigaciones llevadas a cabo por los estudiosos de la aromacología se centran en la forma en que procesa el sistema límbico.
Se considera que el sistema límbico es el lugar donde se generan las emociones y determinadas conductas instintivas, como la conducta alimentaria (hambre, sed, saciedad), emociones como el miedo, la ira o la motivación, y se activan instintos, como el sexual o el de supervivencia, para ser gestionados después por el hipotálamo.
El sistema límbico juega un papel fundamental en nuestra supervivencia, su funcionamiento no está sujeto a nuestra voluntad y su respuesta puede ser muy intensa en relación a la de los estímulos que lo activan. En la aromacología el sistema límbico tiene un papel fundamental.
Los aromas viajan a través del aire en pequeñas partículas que entran en nuestro cuerpo por los orificios nasales. Nuestra nariz está diseñada para analizar parte de este aire entrante, de manera que millones de células receptoras olfativas, ubicadas en los cornetes de nuestra nariz interna, captan la información química de los diferentes aromas.
Las células receptoras olfativas, gracias a más de 1000 proteínas receptoras del olfato que almacenan en sus cilios, son capaces de transformar la señal química obtenida del aroma en una pulsión eléctrica. Esta información es transportada al cerebro. Allí será tratada, almacenada y entregada al sistema límbico para su procesamiento.
Hoy sabemos que la estimulación del sistema límbico provocada por el olor puede modificar nuestro estado de ánimo (alegrarnos o entristecernos…), nuestra predisposición para el estado de alerta o reposo, nuestro apetito, atención, memoria, etc. Determinar mediante un método científico esta relación entre aromas y modificaciones a nivel psicológico es, en definitiva, la finalidad de la aromacología.

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