Aquí quien trabaja

Una joven de mi pueblo casada con un Italiano, regreso al pueblo un día para visitar a su familia en compañía de su esposo, los dos primeros días después de la llegada de la pareja, fueron días de fiestas donde la comida y la bebida abundaron, – desde luego pagada por el italiano -, pero al llegar el tercer día, un lunes en la mañana, el italiano se levanto, salió de su habitación y observo a casi una veintena de personas durmiendo plácidamente en todas partes de la casa y asombrado lanzo una fuerte exclamación que despertó a todos, ¡Bueno, y aquí quien trabaja!.

En las clásicas películas sobre el legendario Oeste norteamericano, hay una escena que se repite hasta la saciedad y que encierra una gran enseñanza aunque parezca simple; Cuando a un vaquero se le lastima su cabalgadura, y esta queda inservible para continuar el camino, el vaquero le dispara y así le evita a la bestia más sufrimiento y ellos pueden continuar la marcha sin ese impedimento.

Las noticias todos los días nos hacen recordar lo profundo de la crisis que nos azota, nuevas caídas históricas de la bolsa de valores, instituciones como la AIG que reciben nuevas ayudas millonarias del gobierno, políticos de estados como la Florida se enfrentan y discrepan sobre como despilfarrar el dinero que el gobierno federal está repartiendo, aumenta el desempleo y los gastos para la asistencia social, y todos piden y piden más dinero al gobierno, entonces cuando en las mañanas leo en la prensa esas noticias, me acuerdo del italiano cuando exclamo, ¡Bueno y aquí quien trabaja!, y recuerdo además al vaquero que le dispara a su cabalgadura inservible, para poder avanzar sin ese impedimento.

Crecí escuchando alabanzas sobre la laboriosidad del pueblo americano, de la productividad de sus obreros símbolo del orgullo nacional. Recuerdo además un refrán que creo pertenece al fallecido presidente Ronald Reagan, “No regales pescado, mejor enseña a la gente a pescar” y veo como los EEUU se están convirtiendo en un país donde florece el Welfare, se regala el pescado y no se sacrifica a las cabalgaduras que no pueden caminar y evitar así que sufran y la sociedad las cargue sobre sus hombros.

A donde vamos, a la consolidación de un gobierno paternalista y protector de hombres e instituciones parasitas, de enormes gastos públicos que salen del dinero de nuestros impuestos. Estas deudas que se están contrayendo hay que pagarlas, nosotros o nuestros hijos y esta política de excesivo paternalismo y protección a parásitos y oportunistas, tiene un alto precio que pagaremos en el futuro.

José M. Izquierdo

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